Por Ana Yamil Ochoa Santana
Cuántas veces nos hemos encontrado a niños y niñas en supermercados, en el centro o caminando por la calle, que de pronto hacen una rabieta. Esto es algo que a todos y todas nos ha tocado ver y probablemente también experimentar, hasta me atrevo a mencionar que, como personas espectadoras de la situación, muchas veces suelen incomodarnos los llantos, gritos y pataletas que la acompañan. También es muy común escuchar comentarios como: «Es un malcriado», «Está muy chiqueado», «Qué maleducado está», entre otros comentarios que muchas veces también se le hacen a los padres del pequeño.
En nuestra cultura existe la creencia de que cuando un niño o niña está haciendo un berrinche, es debido a que está maleducado; sin embargo, es importante mencionar (y recordar) que los niños y niñas tratan de comunicarnos algo mediante los berrinches, que estos son manifestaciones de los sentimientos de enojo, tristeza o frustración que experimentan ante situaciones que difícilmente pueden controlar.
Los niños presentarán berrinches, independientemente de la manera en la cual fueron criados, ya que forman parte de su proceso de desarrollo y se manifiestan mientras van generando una serie de herramientas que les ayudará a identificar, expresar y regular sus emociones, para que en el futuro no lleguen a ese momento explosivo: la rabieta. Como personas adultas y cercanas a los pequeños y pequeñas, podemos ayudarles a generar dichas herramientas, para ello es importante tener paciencia y recordar que la finalidad del berrinche no es hacernos enojar, sino comunicarnos de alguna manera alguna incomodidad o sentimientos desagradables.
Para ejemplificar la manera en la cual las personas adultas funcionamos como apoyo en la regulación de las emociones, pensemos en una mamá o papá que deja a su niño pequeño al cuidado de su abuelita y cuando regresa por él, el pequeño comienza a llorar, entonces la abuelita comenta «Estaba tranquilo y nada más llegaste tú, comenzó a llorar». Podríamos pensar que el regreso del papá o mamá alteró al niño, sin embargo, el llanto al momento de su llegada se debe a la seguridad que siente a su lado y, probablemente tenía alguna incomodidad, como hambre, frío, la ropa muy ajustada y por esta razón se expresó hasta el momento en que le vio, porque es la persona que casi siempre le ayuda a regular sus emociones y atiende sus necesidades, o simplemente pudo tratarse de añoranza por su mamá/papá.
¿De qué manera acompañar la frustración y los berrinches?
La frustración es una respuesta emocional que se presenta cuando a una persona se le priva de lo que espera, se obstaculizan los deseos individuales, la tarea a realizar rebasa sus capacidades y se vuelve muy difícil o cuando la meta parece inalcanzable (Gaudencio, 2014).
Todas y todos hemos sentido frustración en algún momento y ante ciertos escenarios en específico, es algo normal y está bien sentirla; sin embargo, los niños y niñas la experimentan con mayor frecuencia, ya que desean explorar, experimentar y tener todo lo que les causa curiosidad, sin importar si puede ser peligroso. Por eso, al momento en que se les señala algún límite, aparece la frustración, acompañada de rabietas en la mayoría de los casos.
Algunas de las acciones que podemos realizar para acompañar a los niños y niñas en su frustración son:
La crianza no es un proceso sencillo, además de que va cambiando conforme el desarrollo de los pequeños, es por ello que te invitamos a que participes en las charlas y talleres que la Licenciatura en Psicología de la UNLA tiene para ti.
Referencias:
Juárez, G. (2014). Cero golpes. México: Producciones Educación Aplicada.
Ramírez, S. (2015). Crianza con apego: de la teoría a la práctica. CreateSpace.
Padilla, T. (Octubre 2019). Informar límites y acompañar la frustración. Conferencia llevada a cabo en la Primera Jornada de Crianza Respetuosa a la Infancia y Adolescencia (CRIA). Contacto, amor y libertad de los 0 a los 3 años, en la Universidad Latina de América.