Por: Yael Naranjo Chávez, estudiante del sexto semestre de la Licenciatura en Arquitectura, Urbanismo y Sustentabilidad
Las ventanas siempre han sido un gran asombro para mí, casi pareciera que estás viendo por un portal hacia un paisaje o lugar muy diferente al que te encuentras; a veces, mirar por ellas, dependiendo del contexto, puede ser algo relajante y tranquilizante. Pero, cuando nacimos, estas ya estaban ahí; no es que hayas tenido la necesidad de querer mirar hacia afuera y romper tu muro para tener otra visión de tu panorama habitual. Si lo pensamos bien, podemos darnos cuenta de que hay muchísimas cosas que ya estaban cuando nacimos y que somos lo suficientemente afortunados de tenerlas porque vivimos en el tiempo correcto.
A todo esto, tal vez hayas escuchado la gran pregunta: ¿qué tanto sabes del Imperio romano? Pues, para empezar, me hace pensar en el pobre emperador Julio César. Seguro muchos estarán diciendo: ¿qué tiene de pobre?, si fue uno de los emperadores más ricos y poderosos del Imperio romano. Tal vez no lo creas, y es algo que me da muchísima tristeza saber: el emperador Julio César nunca pudo escuchar “La nave del olvido” de José José, ya que murió en el año 44 a. C., y la canción salió en 1970.
Pero ya, hablando en serio, Julio César nunca tuvo acceso al agua potable como lo tenemos ahora, ni a la electricidad, vacunas, medicinas, internet o hasta un refrigerador. Y sí, tal vez tenía dominio sobre grandes tierras y riquezas inimaginables, pero yo puedo darme una ducha de agua caliente con solo girar una llave, calentar mi comida en un microondas en un instante e incluso comunicarme con alguien del otro lado del mundo con solo una llamada. Creo que, si tuviera la oportunidad de platicar con él en este momento, me mandaría a sacrificar sin duda alguna, pues, al saber cómo vivo, se preguntaría: ¿Quién es el emperador aquí? y se daría cuenta de que, comparado conmigo, su poder no es nada.
Y bien, ¿qué tiene que ver todo esto con la arquitectura, con las ventanas, las puertas o los muros? Pues nada… y todo a la vez. Como dije al principio, estamos tan acostumbrados a las cosas que tenemos alrededor que no nos detenemos a pensar en lo grandiosas que son. Créeme que entrar a un edificio que te guste y mirarlo con esta perspectiva hará que sientas que esa estructura está hecha para ti. Y te digo un secreto: no es que lo parezca, es que está hecha para ti. Está construida para que entres por una puerta con medidas perfectas para pasar cómodamente, para que descanses en sillas diseñadas con dimensiones exactas para tu cuerpo y para que las ventanas estén a la altura perfecta para mirar a través de ellas.
Esto me recuerda a la gente que se pregunta: ¿por qué las personas aplauden cuando el avión aterriza? Es porque dan por hecho que obviamente va a aterrizar. ¿Pero no te das cuenta de que un cacharro de 150 toneladas es capaz de volar sobre la Tierra y transportarte de un lado del mundo a otro en un tiempo récord? ¿No crees que es digno de aplaudir?
Con esta lógica, yo aplaudo cada vez que quiero saber algo en internet y, con un simple clic, puedo hacerlo. Aplaudo cuando miro por una ventana, cuando entro por una puerta o cuando estoy cómodamente en mi cama. Y sí, obviamente, aplaudo cuando el avión aterriza.
Ensayo realizado para la materia de Teorías de la Arquitectura y el Urbanismo, a cargo del profesor Ricardo Zambrano Escutia.