Publicado el 2024-11-20 en Cps

¿Cómo comunicar y solucionar conflictos sin morir en el intento?

¿Alguna vez has lidiado con personas con quienes parece misión imposible llegar a acuerdos? O bien, ¿has tenido problemas con otras personas porque no entendiste, o ellos no entendieron, lo que intentaste expresar? Si alguna de esas situaciones te ha ocurrido, te invito a que te quedes y leas un poco sobre un entrenamiento psicológico que nos brinda unos pasos muy concretos para ampliar nuestras habilidades en comunicación y solución de conflictos.

 

Los seres humanos estamos constantemente expuestos a relaciones interpersonales en las que debemos expresarnos y, al mismo tiempo, escuchar a la contraparte para ponernos de acuerdo y/o generar soluciones que nos permitan mantener la relación. En ese sentido, podríamos decir que, para nadie es un secreto, la manera en que nos comunicamos es clave para mantener el equilibrio o llegar al caos en cualquier relación. Sin embargo, ¿alguna vez te has detenido a pensar qué pasos sigues para comunicarte de manera clara? O quizá preguntarte, ¿cómo puedes mantener una comunicación que te permita llegar a acuerdos? Muy probablemente tengas varias respuestas para estas preguntas o quizá no. Sea cual sea tu caso, en este pequeño blog intentaremos dar respuesta a esas preguntas, ya sea para corroborar información que ya tenías u obtener nuevas habilidades que puedas comenzar a implementar en tus interacciones sociales.

 

Para autores como Barrio y Borragán (2011), saber comunicar nuestras emociones e ideas a través de una conversación con eficacia es una destreza compleja pero indispensable en la sociedad en la que vivimos. Pese a que cada situación comunicativa siempre es única e irrepetible, conocer los pasos de alguna técnica comunicativa y seguirlos en nuestras interacciones verbales ayuda a disminuir problemas interpersonales y aumenta las posibilidades de experimentar un mayor grado de bienestar en varios aspectos de la vida, tales como los familiares, de pareja, profesionales, personales, etc.

 

Una vez dicho lo anterior, me gustaría recalcar la importancia de trabajar en estas habilidades. Muchas veces no caemos en cuenta de las consecuencias que genera una comunicación poco asertiva y/o una comunicación unidireccional (aquella en la que solo una de las partes da su opinión o indicaciones y no se da oportunidad de réplica para llegar a acuerdos de interés mutuo). En general, las consecuencias inmediatas suelen radicar en distanciamiento relacional provocado por no sentirnos parte de un grupo, llámese familiar, de amigos, pareja, etc.

 

 

A manera de ejemplo personal, me gustaría compartir que, en consulta, es extremadamente habitual que los adolescentes (población con la que más trabajo) me compartan que para ellos es sumamente complicado hablar con sus padres y madres por percibir que no les escuchan y solo les acusan, o por sentir que muchos de los problemas que presentan son minimizados con frases como: “Te estás ahogando en un vaso de agua”, “Cuando crezcas vas a tener motivos reales para sentirte triste”, "¿Por eso te vas a enojar?", “Solo ves así las cosas porque eres adolescente”. Este tipo de comentarios o etiquetas hacia nuestros hijos(as), amigos(as), alumnos(as), etc., terminan provocando que se alejen o que aprendan que es mejor evitar hablar de problemas o emociones complicadas por la incomodidad que esas situaciones provocan. Así, perdemos relaciones altamente significativas para nuestro desarrollo humano. A mediano plazo, esto puede generar aislamiento y, con el tiempo, un grado elevado de ansiedad ante situaciones sociales, que incluso puede escalar a depresión. Así podríamos seguir con un listado de múltiples consecuencias poco adaptativas que se suscitan por una falta de habilidades comunicativas que comienzan en el núcleo familiar y terminan afectando diversas áreas sociales del individuo.

 

Con lo anterior, no pretendo culpar a ningún grupo poblacional. Solo fue un ejemplo de los millones que existen. Nos tiene que quedar claro que la responsabilidad de cambiar las habilidades comunicativas y fomentar la resolución de problemas en cualquier círculo social depende de TODOS los involucrados: padres, madres, adolescentes, hermanos, docentes, psicólogos, etc. Todos somos parte del problema, pero también de la solución, porque, en realidad, estamos hablando de fenómenos compartidos y dinámicos. Este entrenamiento pretende enseñar un procedimiento que multiplique las posibilidades de resolver los conflictos, siempre que ese sea el objetivo último de la interacción social. ESTO ES MUY, MUY IMPORTANTE: si las razones para expresar algo que nos molesta o incomoda son desahogarse, vengarse, herir, tener razón por encima de la verdad, imponerse, etc., entonces este entrenamiento no tiene sentido. Hay que recordar que el fin último del Entrenamiento en Comunicación y Solución de Conflictos (ECSC) es siempre mejorar la relación. Por tanto, intentar implementar la solución de conflictos en una relación que no tiene como objetivo mejorar es solo perder tiempo y desgastar recursos personales.

 

Una vez dicho lo anterior, podemos caer en cuenta de la importancia que tiene desarrollar o pulir dichas habilidades. En ese sentido, el Entrenamiento en Comunicación y Solución de Conflictos (ECSC) es una estrategia psicológica que consiste en enseñar a mantener un lenguaje no acusatorio ni denigrante en las conversaciones, para que, a partir de esos cambios, sea posible implementar una comunicación asertiva mutua. Por otro lado, el entrenamiento también busca dar estrategias para que nos sea posible convertirnos en mejores oyentes; además, implica enseñar técnicas para que los problemas o conflictos que irremediablemente surgen en la toma de decisiones de cualquier interacción social se resuelvan de una forma favorable para todas las partes. En conclusión, podríamos decir que este entrenamiento supone dos tipos de estrategias bastante distintas, pero complementarias: la mejora en habilidades de comunicación y en las de solución de problemas (Barrera, 2016).

 

La primera parte del ECSC trata de mejorar las habilidades comunicativas de las personas y lo hace a través de implementar en las conversaciones dos componentes:

1.- La comunicación expresiva.

2.- La escucha activa.

  1. La comunicación expresiva consiste en identificar la conducta concreta o situación que me molestó, invitar al otro a hablar y decir lo que uno siente y piensa sobre la situación, omitiendo expresiones defensivas, desvalorativas, acusatorias o provocativas. Para comenzar a implementarlo, les recomiendo usar expresiones que inicien con el pronombre personal “yo...”, de forma que se recalque que así es como uno lo ve, lo siente o lo percibe, sin estar afirmando que eso es la verdad o lo que el otro pretendía. Simplemente es nuestra interpretación de lo vivido.

  2. La escucha activa implica demostrar que se ha prestado atención y entendido el mensaje que se expresó. La forma en que les demostramos eso a las personas con quienes hablamos es a través de la paráfrasis y el reflejo. Pero, ¿cómo se hace exactamente? La paráfrasis se trata de repetir (de forma sintetizada) lo que nos dijeron, de manera que se evidencie la captación de lo que el otro quería transmitir. Por otro lado, el reflejo consiste en añadir a la repetición del mensaje una descripción de los sentimientos que se expresaron de manera verbal y no verbal.

 

Hasta este momento vamos a la mitad del camino en este entrenamiento. La siguiente parte del ECSC consiste en facilitar la adquisición de habilidades que posibiliten llegar a acuerdos y resolver los problemas que, hasta ese momento, habían sido una fuente de conflicto. Habitualmente, el entrenamiento en solución de conflictos parte de la queja de una de las partes por las acciones o actitudes del otro en un determinado tema. Pero es necesario saber que, si presentamos una queja, es porque tenemos claro por lo menos una alternativa de solución y estamos dispuestos a flexibilizar y/o cambiar dicha alternativa para llegar a acuerdos con la otra parte. Si esto no es así, como ya se expresó un par de párrafos atrás, entonces este entrenamiento no es para nosotros, porque nuestro objetivo no es mejorar la relación.

 

Aclarado lo anterior, y si nuestro objetivo es mejorar la relación con las personas involucradas, procedemos con los siguientes pasos para promover la resolución de problemas:


1.- Focalizarse ahora en alternativas de solución. Una vez que nos aseguramos, por medio de la paráfrasis y el reflejo, de que todas las personas involucradas están entendiendo el problema que estamos intentando resolver, es necesario preguntarse qué se puede hacer para solucionarlo. Esto se puede llevar a cabo de varias maneras. Hoy te presento dos de ellas:

 

  1. Al comienzo, es recomendable hacer una lluvia de ideas y anotar todas las posibles soluciones en una hoja para no perder de vista ninguna. Cuando tengamos una lista bastante amplia (de 5 a 10 opciones), comenzamos a evaluar cuál es más justa para ambas partes (Barrera, 2016).

  2. Otra forma es escuchando la alternativa de solución que propone la persona que solicitó hablar del tema. La persona que escucha expresa lo que le hace sentir emocionalmente y lo que piensa de dicha alternativa (evaluar pros, contras y externarlos) y, posteriormente, puede aprobarla o no. En caso de no aprobarla, esta persona debe proponer otra alternativa y el proceso se repite hasta encontrar una solución con la que ambas partes estén de acuerdo.

  3. En esencia, el procedimiento es el mismo para ambas alternativas, pero en la primera anotamos todas las ideas de solución sin valorar en un primer momento su viabilidad. En contraste, en la segunda se da una alternativa y se toma tiempo para discutir los pros y contras de la solución propuesta.

 

2.- Evaluar soluciones. Entonces, ¿qué criterios seguimos para seleccionar la solución adecuada? Es posible que haya varias soluciones que funcionen, pero si implican un gran costo para una de las partes, resulta mejor seleccionar otra. Es necesario que el cambio de conducta consecuente a la elección de las soluciones sea recíproco y comprometido. Si únicamente uno debe cambiar, habrá menos posibilidades de tener éxito. Es mejor que las alternativas que se adopten comprometan cambios en todas las partes involucradas, al menos en alguna medida.

 

  1. Como los cambios duraderos son difíciles, es fundamental un compromiso real y profundo, en el que se hayan tenido en cuenta los problemas que van a surgir, y se entienda que mudanzas de costumbres muy arraigadas solo pueden lograrse progresivamente. Es útil distinguir entre el cambio ideal que uno querría y un nivel razonable que ya no provoque conflictos.

 

3.- Llegar a un acuerdo y acompañarse en el proceso de adaptación de la nueva conducta. Estos acuerdos deben ser específicos (describir comportamientos), concretos respecto a lo que se debe hacer, no abiertos a la interpretación, incluir pistas o recordatorios y, de ser necesario, plasmarlo por escrito. Después de un tiempo, se deben reevaluar el cumplimiento y la bondad del acuerdo. Con la repetición de este proceso, se volverá más natural y rápido, hasta convertirse en una forma habitual de decidir en grupo.

 

Y así terminamos de revisar los principios básicos de este Entrenamiento en Comunicación y Solución de Conflictos para generar cambio y solidificar nuestras relaciones. Me queda claro que puede llegar a parecer un proceso rígido y excesivamente estructurado, pero la idea es organizar el procedimiento de manera muy específica para evitar obviar algún paso y que sea más probable llegar a un acuerdo mutuo, minimizando la posibilidad de fracaso y distanciamiento en la relación.

 

Con la implementación de este procedimiento en más contextos, se vuelve más natural. Sin embargo, también es importante mencionar que esta técnica se propone para personas que tienen dificultades para resolver temas cotidianos. Si la relación está muy fracturada y se ha perdido el sentimiento de equipo, lo más prudente sería primero valorar si existe compromiso en ambas partes para generar un cambio. Podemos preguntar de manera directa a la otra persona o proponer asistir a terapia.

 

En casos donde la relación sea más superficial y no se acepte el cambio por parte de una de las partes, lo conveniente es aceptar esa decisión y mantenerse al margen de las situaciones, sin forzar la interacción ni frustrarnos. Se trata de quedarnos con nuestra parte de responsabilidad y darle al otro la que le corresponde.

 

Espero que este tema sea funcional para algunos de ustedes, queridos lectores. Les invitamos a seguir leyendo otras páginas del blog virtual que les llamen la atención. Saludos y hasta la próxima.

 

 

Referencias:

 

  1. Barrera, J. (2016). Terapia integral de pareja una intervención para superar las diferencias irreconciliables (1.a ed.). Editorial Sintesis.
  2. Barrio J.A. & Borragán, A. (2011). Cómo atraer la atención hablando. Un reto para la enseñanza. Bordón, 63 (2), 15-25. https://repositorio2.unican. es/xmlui/bitstream/handle/10902/22412/AtraerAtencionHablando.pdf?sequence=1
  3. Del Barrio, J.A. & Salcines, I. (2012). Características de la comunicación entre los adolescentes y su familia. Redalyc,1 (1), 393-402. https://www.redalyc.org/pdf/3498/349832342040.pdf

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