Por Sofía Silva Barragán
Alumna de la maestría en Planeación Fiscal y Tributación Internacional
Este año, nuestro país llegó al mayor nivel de inflación desde hace aproximadamente dos décadas, con una tasa del 7.72% en la primera quincena de abril. Lo alarmante es que la escalada de precios en México sigue desbocada; nuestros gobernantes y autoridades han estado buscando alternativas para atajar o controlar la inflación.
Según estudios del CONEVAL, el cambio porcentual anual de la Línea de Pobreza Extrema por Ingresos en febrero de 2022 fue de 13.9% en el ámbito rural y de 12.8% en el urbano. Estos incrementos fueron superiores a la inflación general anual. El entorno económico seguirá deteriorándose, en tanto siga existiendo una gran incertidumbre respecto a la guerra entre Rusia y Ucrania, los nuevos confinamientos en China y las perspectivas de más alzas de tasas por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (conocida como Fed).
En fin, podríamos continuar enumerando noticias y panoramas de la situación económica que atraviesa nuestro país, y, como es común para nosotros los mexicanos, excusarnos en ella, criticar al gobierno o a la sociedad. Sin embargo, es de vital importancia preguntarnos qué estamos haciendo para ocuparnos de fortalecer la economía de la nación o, al menos de forma individual, para protegernos patrimonial o financieramente.
La gran mayoría de la población suele gastar más de los ingresos que recibe. Muchos viven endeudados, otros apenas logran salir a flote, puesto que tienen comprometida su nómina con el pago de sus tarjetas de crédito. Lo peor: no suele ser por necesidad, es decir, para solventar necesidades básicas; sino más bien por comodidad. ¿Cuántos gastos innecesarios nos permiten quedarnos en una zona de confort o mantener un estatus social al cual no pertenecemos? ¿Cuántos hacemos por aburrimiento, por depresión, por pensar que resolverán nuestros problemas o simplemente porque la publicidad crea la necesidad de consumir?
Parte del problema de la economía mexicana se debe a la mala o nula educación financiera, no a la falta de recursos: tenemos incluso más que muchos países, y aun así no logramos sobresalir. A continuación, me permito presentarles una propuesta para mejorar nuestras finanzas personales y empezar a crear un patrimonio, dirigida sobre todo a aquellas personas jóvenes que quieren modificar o comenzar a implementar hábitos financieros.
-Si tienes deudas, empieza por cubrirlas. Ya sea la tarjeta de crédito, con algún conocido o institución financiera; pues la tasa de interés de las deudas es generalmente mayor a la de las inversiones.
-Una vez regulada tu economía, comienza el hábito de ahorrar. Separa un poco de lo que ganas, un 10% por ejemplo, desde el momento en que recibes el dinero, porque si dejas esta acción para el final, es muy probable que no llegues a cumplirla. Ahorra hasta que juntes de 3 a 6 meses de tus gastos fijos. Si te cae un dinero adicional, te dan un aumento o algo similar; ahórralo, no lo gastes, no subas tu nivel de vida de inmediato, no puedes extrañar algo que no tuviste.
-¿Estoy gastando con descuento o ahorrando? Es muy importante hacernos esta pregunta, sobre todo ahora que existe tanta publicidad por doquier. Si compras en oferta algo que necesitabas, estás ahorrando; si compras algo que no necesitas porque viste la oferta, y piensas que te vas a ahorrar un dinerito; solo estás gastando con ahorro. No lo hagas, aprende a comprar, a comparar precios, calidades, productos o servicios, con base en tus necesidades; y prográmate para dicho tipo de consumo.
-Ya que has logrado lo anterior, viene una parte fundamental del ahorro que no se menciona mucho, la inversión. Invertir es una forma de protegernos de la inflación, una forma de mover nuestro dinero y hacerlo crecer para que genere rendimientos. Ahorrar no es suficiente contra las tasas inflacionarias, el dinero que hayas guardado se rezagará, debes respaldarlo para valores futuros. Además, la inversión acelera la economía y genera empleo. Hay muchos mitos sobre la inversión, como que se necesita mucho dinero, que es muy arriesgada o que necesitas ser un experto en finanzas. Lo que sucede es que no conocemos los instrumentos adecuados, ya que casi siempre es posible controlar dicho riesgo, tampoco necesitas ser un experto, solo ganas de salir adelante.
Si estás buscando una manera sencilla de hacer crecer tu dinero, se me vienen muchas opciones a la mente: los Cetes, la forma más segura que te defiende de la inflación; las inversiones bancarias o pagarés, el crowfunding, Afore o las SOFIPOS (por sus siglas, Sociedades Financieras Populares). Probablemente has escuchado de esta última, pero no sabes muy bien cómo opera, bueno, te platico: básicamente, se trata de prestarle dinero a una financiera popular, que, a su vez, le presta a otras empresas. Además, tiene un beneficio fiscal.
¿Por qué las SOFIPOS son una buena opción? Porque te ofrecen la posibilidad de iniciar con tan solo 100 pesos, son una forma fácil de invertir a plazo fijo y pueden darte un rendimiento anual estimado del 10%. No necesitas tener muchos conocimientos o saber cómo se comporta la bolsa de valores, hay seguros que protegen tu ahorro hasta por 25 mil Unidades de Inversión (UDIS). Lo mejor de esto es que tienes un beneficio fiscal de exención, con fundamento en la Ley del Impuesto sobre la Renta (LISR), Art. 93, Fracción XX, inciso b; que establece lo siguiente:
No se pagará el impuesto sobre la renta por la obtención de los siguientes ingresos:
[...]
b) Pagados por sociedades cooperativas de ahorro y préstamo y por las sociedades financieras populares, provenientes de inversiones cuyo saldo promedio diario no exceda de 5 salarios mínimos generales del área geográfica del Distrito Federal, elevados al año.
Estamos hablando de un aproximado de 175 mil pesos libres de Impuesto sobre la Renta (ISR). Esto es muy bueno, y más, si estás iniciando el hábito del ahorro y la inversión, ya que la mayoría de las formas de invertir te obligan a pagar dicho impuesto. La anterior es solo una de las múltiples alternativas que tenemos a la mano para empezar a proteger nuestra economía personal.
Teniendo en cuenta todos los panoramas sociales y económicos que se presentan hoy en día, no debemos, ni podemos esperar a que las condiciones en nuestro país o en el mundo mejoren, o a que se hagan nuevas políticas que nos ayuden. Si queremos ver un cambio en nuestro estilo y calidad de vida, en la economía y crecimiento del país; debemos empezar a mejorar individualmente ya, comenzar a construir todo aquello que algún día queremos disfrutar.