En el acto de comer, el placer está tan mezclado con la necesidad que no sabemos que parte corresponde a cada uno
San Gregorio en XXX Moral
Desde la década de los cuarentas, con el fin de la Segunda Guerra Mundial, se han estudiado los diversos factores que influyen en la regulación de la ingesta alimentaria. Con múltiples observaciones y estudios médicos de aquellas personas que sobrevivieron a los campos de concentración se le da todo un nuevo enfoque a la desnutrición crónica y a la evaluación del estado nutricio; así como a los procesos hasta antes desconocidos como el síndrome de realimentación y las afecciones psicológicas y psiquiátricas del apetito y la saciedad.
El apetito y la saciedad son importantes indicadores nutricionales que no se pueden dejar de lado en la evaluación clínica de signos y síntomas. Para ello podemos iniciar definiendo los siguientes conceptos:
1. El hambre es la sensación fisiológica o psicológica que induce a comer. Puede ser considerada un mecanismo de defensa que alerta al organismo cuando existe una necesidad de nutrimentos. Es en muchas ocasiones instintiva.
2. El apetito es la necesidad de satisfacer nuestra hambre fisiológica o psicológica, es decir, es el deseo de comer.
3. La satisfacción o saciación corresponde al estado de plenitud que obliga a dejar de comer.
4. La saciedad es el período durante el cual la sensación de satisfacción se mantiene hasta que aparece nuevamente el hambre.
Si bien, todos ellos participan en la regulación de ingesta alimentaria, estarán influenciados por cuatro principales factores:
a) socioculturales (estilo de vida, causas del consumo, situación socioeconómica)
b) ambientales (apariencia, sabor, tamaño de porciones)
c) biológicos (señales hormonales, contenido energético, cantidad ingerida)
d) psicológicos (influencias cognitivas, creencias, expectativas acerca de los alimentos, control voluntario del consumo).
Como profesionales de la salud debemos revisar estos factores para poder identificar el riesgo nutricio, evaluar el estado nutricio e intervenir con un plan nutricional o con terapia nutricia especializada, misma que deberá monitorearse.
Si bien todos los factores anteriores representan ciertas complejidades, cuando el profesional de la salud evalúa el apetito y la saciedad de un paciente, sin duda, los factores psicológicos serán los de mayor dificultad por su grado de subjetividad y por la gran influencia que tienen sobre la conducta.
Para ello conviene definir dos casos en particular:
1. Trastornos en la saciedad
2. Trastornos en el apetito
Para hablar de trastornos con la saciedad es de utilidad identificar:
1. El hambre fisiológica: este tipo de hambre se va “construyendo con el tiempo”, no aparece de pronto. Significa que el paciente comería cualquier alimento para llenar esa sensación de estómago vacío y no algo en específico. Existen signos muy claros para el hambre física que podemos cuestionar en la clínica: punzadas abdominales, dolor de cabeza, ruidos estomacales, debilidad, falta de concentración, fatiga.
Generalmente se presentará en pacientes que han pasado varias horas de ayuno, ya sea por algún procedimiento médico, indicación terapéutica o por motivos ambientales como falta de disponibilidad de alimento u otras ocupaciones. El riesgo con este tipo de hambre es que justamente el paciente comerá lo primero que vea y se sentirá atraído por los alimentos ricos en energía, grasa y azúcares, por ello será común que tenga una ingesta elevada de calorías y generalmente puede aumentar síntomas de náusea, malestar estomacal y reflujo gastroesofágico. De manera que hay que cuidar en ofrecer alimentos con fibra: frutas, verduras, leguminosas y restringir los de rápida absorción para evitar hiperglucemias e hiperinsulinemia.
Si el paciente está hospitalizado será fácil controlar lo que se le envía en la charola, pero si es de manejo ambulatorio, se complica pues generalmente no pueden esperar en preparar los alimentos y prefieren comida rápida. Para ello hay que revisar horarios y rutinas para que no sea una situación frecuente de ayunos cortos que estén exacerbando el hambre y por tanto la mala decisión de consumo de alimentos.
1. El hambre emocional: hambre que se desata ante la ansiedad, la soledad, el ocio, la necesidad de afecto. Comer sirve, pero el efecto solo dura poco tiempo, esto sucede a menudo con pacientes obesos o pacientes con trastornos por atracón o bulimia nerviosa. Además de los riesgos fisiológicos ya antes mencionados también están los riesgos psicológicos y psiquiátricos como las conductas compensatorias (purgas, vómitos, periodos de dietas estrictas, ejercicio en exceso) desatadas por el sentimiento de culpa.
Atender este tipo de pacientes requiere que vuelvan a contactar con las sensaciones de su cuerpo, “aprender a escucharlo” y reconocer las señales de saciedad.
A menudo ayudan ejercicios de reflexión. Preguntar al paciente porque está comiendo, es decir, no qué está comiendo ni cómo o cuánto, sino por qué.
¿Es porque tenías un antojo? ¿Es porque prendiste la TV o la computadora y te acercaste comida e inconscientemente empezaste a comer?
O es ¿porque desayunaste a las 7:00 am y son las 5:00 de la tarde y no has vuelto a comer? ¿Es porque estás aburrido y fuiste a la cocina a tomar un snack o saliste a despejarte a la tiendita a comprar algo?
Preguntarse porque estoy comiendo antes de llevar ese bocado a la boca ayuda a reducir el consumo calórico. A veces es simplemente sed, no hambre.
El papel del nutriólogo, tanto en hospital como en consulta externa, es estar continuamente evaluando el apetito y la saciedad de su paciente para poder intervenir de forma oportuna.
Figura 1. Escala de Likert de 5 ítems para la evaluación subjetiva del apetito en niños. De izquierda a derecha: lleno, algo lleno, ni hambriento ni lleno, algo hambriento, hambriento
Referencia:
García-Flores, Carmen Livier, Martínez Moreno, Alma Gabriela, Beltrán Miranda, Claudia Patricia, Zepeda-Salvador, Ana Patricia, & Solano Santos, Laura Vanesa. (2017). Saciación vs saciedad: reguladores del consumo alimentario. Revista médica de Chile, 145(9), 1172-1178. https://dx.doi.org/10.4067/s0034-98872017000901172