Por Patricia Pocovi Garzón
¿Por qué es relevante el comercio alternativo? Vivimos en una sociedad en la que las estructuras de poder económicas y tecnológicas están definiendo sobremanera los estilos de vida, compra y consumo. Sin embargo, esas formas no siempre son las más adecuadas, ni las más justas especialmente cuando se refieren al sector de las pequeñas empresas, los agricultores, los productores de menor escala o los artesanos. Por otra parte, los sistemas de producción masiva se fundamentan en minimizar los costos, mismos que conducen a una sobreexplotación de los recursos y a una competencia desleal y poco consciente de sus implicaciones sociales y ambientales. En este tipo de sistema económico, los productores de menor escala y las pequeñas empresas tienen pocas posibilidades de sobrevivir en el mercado, ya que no pueden competir especialmente en volumen y precio, así como la dificultad en la logística y distribución. El comercio solidario se presenta como una alternativa viable que favorece otras formas de organización que ayudan a los productores organizados para que participen en los grandes mercados.
Una de las ventajas del comercio justo como modelo de comercialización certificado es asegurar que los productores organizados, especialmente de los países del sur, tengan la posibilidad de entrar a los mercados internacionales que valoran y reconocen su trabajo. La propuesta del comercio justo a la que da origen Max Havelaar en 1989 (Marañon, et al 2013, pág. 16) y que, hoy en día, se promueve a través de diversas organizaciones como el sello de comercio justo de Flocert, Sello de Pequeños Productores (ssp), entre otros. Esta se fundamenta en la construcción de circuitos de intercambio fincados en la defensa de los valores solidarios, justicia social, preservación de los patrimonios comunitarios y sobre todo el respeto a la naturaleza, la cultura y tradiciones (Marañón, et al 2013).
Las relaciones comerciales dentro del comercio justo se basan en relaciones justas que garantizan la igualdad entre hombres y mujeres, sin explotación infantil y respetando el medio ambiente, así como el trabajo comunitario (Marañón et al 2013). Sin embargo, no todos los productores se pueden organizar para lograr una certificación y es ahí, cuando el comercio alternativo se presenta como una solución viable, especialmente para artesanos, productores y empresarios de menor escala que se basan en los mismos principios del cuidado de la tierra, la producción orgánica y el comercio justo.
El comercio alternativo se promueve a través de los mercados alternativos ofreciendo los medios para distribución y comercialización de productos naturales, libres de agroquímicos y orgánicos avalados por una certificación participativa. Estos mercados solidarios se convierten en momentos de interacción social entre productores, comercializadores y consumidores solidarios y responsables, que son convocados por sus principios de bienestar comunitario, social y ambiental.
Apoyemos los mercados locales alternativos, dependen de los consumidores solidarios para seguir en el mercado e incidir en una cultura de compra y consumo basada en el bien común y del planeta.
Referencias
Marañón Pimentel, B., López Córdova, D. (2013). “Una propuesta teórico-metodológica crítica para el análisis de las experiencias populares colectivas de trabajo e ingresos”. En Marañón Pimentel, Boris (Coordinador). (2013). La economía solidaria en México. Primera edición. UNAM: Instituto de Investigaciones Económicas.
