Por Rafael Huacuz Elías
Como parte de su quehacer cotidiano, un profesionista graduado en el área de la planificación y el ordenamiento del territorio enfrenta las complejas transformaciones de las estructuras sociales y organizacionales del mundo contemporáneo. Por ello, para lograr un alto desempeño en su trabajo, requiere no solo de las habilidades o técnicas adquiridas durante su formación académica o en la práctica pública-privada de su campo de trabajo, sino de una capacidad de adaptación que únicamente los estudios altamente especializados pueden brindarle.
Realizar un doctorado en el campo de las Ciencias Administrativas es una muy buena opción ante estos retos. Las líneas de investigación que se pueden desarrollar son diversas en el campo de esta rama de las ciencias, por ejemplo, pueden ser capaces de desarrollar un proyecto de impacto social, resolviendo problemas científico-tecnológicos mediante la investigación aplicada en su rama propia.
Además, este profesionista podría desarrollar puntualmente su investigación con el actual acceso a las redes académicas globales, como son los bancos de información digital o bibliotecas digitales internacionales, lo que le permitiría fortalecer sus habilidades intelectuales.
Otra de las ventajas que se presenta al realizar un doctorado en el área de las Ciencias Administrativas, desde la óptica de la Planeación Territorial, es la posibilidad de comprender a cabalidad las teorías de desarrollo y post-desarrollo, las competencias organizativas y el capital social así como las acciones colectivas para lograr una transformación altamente eficiente a través del desarrollo regional; lo anterior por realizar investigación de punta, orientada al diagnóstico y resolución de problemas organizacionales, así como al desarrollo de nuevos modelos, técnicas o herramientas administrativas que contribuyen a la resiliencia (permanencia y adaptabilidad) de una empresa o una organización tanto pública como privada.
Estudiar un doctorado es una experiencia única en la vida que permite alcanzar las metas trazadas y lograr los objetivos profesionales para el acceso a un puesto de mejor salario o para un alto desempeño académico, ya que la experiencia laboral combinada con los conocimientos especializados son siempre una perfecta combinación ante el éxito.
Finalmente, ampliar esta etapa formativa, le permite a los estudiantes mantener o establecer lazos colaborativos en su entorno universitario; por ejemplo el director de la tesis doctoral, además de ser el guía del trabajo académico, se convierte en un mentor que ayuda a mejorar la experiencia formativa con consejos e ideas que pueden desarrollarse y que sin duda mejoran el proyecto doctoral e incide directamente involucrando al doctorante con sus propias redes de investigación o trabajo profesional.
