Por Isabel Nares
Docente y coreógrafa del Representativo de Danza Contemporánea en la UNLA
―¿Qué sientes cuando bailas?
―No sé... Me siento muy bien. Al principio estoy agarrotado, pero cuando empiezo a moverme lo olvido todo y...es como si desapareciera, como si desapareciera y todo mi cuerpo cambiara. Como si tuviera fuego dentro y me veo volando como un pájaro. Siento como electricidad. Sí, como electricidad.
Billy Elliot (adaptación cinematográfica de Stephen Daldry)
La danza es una pulsión de vitalidad que ha estado presente desde los orígenes de la vida humana, ya sea a modo de expresión, socialización o ritualidad. Desde su gran primer gran escenario, las cavernas, hasta los imponentes teatros, pasando por las calles o plazas, la danza es símbolo de celebración y goce.
Fue en el año de 1982, por iniciativa del Comité Internacional de Danza, que el 29 de abril fue proclamado por la UNESCO como Día Internacional de la Danza. La fecha fue elegida en el marco del natalicio del bailarín y coreógrafo Jean-Georges Noverre, coreógrafo y escritor francés, considerado el padre del ballet moderno, dado que dejó un gran legado al sistematizar y profesionalizar la práctica del ballet.
El Día Internacional de la Danza tiene como objetivo celebrar a la danza en su universalidad y diversidad, convirtiéndose en una gran fiesta en todo el mundo, donde se baila en teatros, plazas, calles, desdibujando las barreras ideológicas y geográficas para confluir en una gran fiesta de unión y fraternidad. Desde su origen, cada año se elige a una figura trascendental en el mundo de la danza para que brinde un mensaje a la humanidad sobre la importancia de la danza como derecho a la libertad de expresión artística y catalizador social. Este año el mensaje está a cargo de Sus Jin Kang, directora del Ballet Nacional de Corea. A continuación, te comparto el mensaje:
La catástrofe del COVID-19 ha detenido la vida libre tal y como la conocíamos y estar en medio de esta tragedia nos hace replantearnos el significado de la ‘danza y de los bailarines’. En un pasado lejano, la danza era un medio primordial de expresión y comunicación a través de los gestos, convirtiéndose en un arte escénico que conmovía el alma e inspiraba al público. Es un arte momentáneo que es difícil de restaurar en su forma original una vez completado porque se crea con todo el cuerpo y el alma. La danza está hecha de momentos efímeros, lo que predestina a los bailarines a estar en constante movimiento. Sin embargo, el COVID-19 ha restringido e incluso bloqueado el arte de la danza en su forma original.
Aunque la situación está mejorando, los espectáculos de danza siguen estando sujetos a muchas restricciones. Esto nos hace atesorar los preciosos recuerdos de los tiempos en los que la danza y los bailarines brillaban como joyas e iluminaban el mundo, transmitiendo la angustia y la ansiedad humana, la voluntad y la esperanza de vivir.
Del mismo modo, es importante recordar que en una de las diferentes réplicas de la peste negra surgida en la Europa medieval, un 28 de junio de 1841, se estrenó en la Ópera de París el ballet Giselle, que representa el amor más allá de la muerte, y recibió una respuesta explosiva. Desde entonces, Giselle se ha representado en toda Europa y en todo el mundo para reconfortar y animar a las almas de la humanidad asolada por la pandemia. Esa es mi manera de entender Giselle, tal y como se demostró desde su primera representación: es el magnífico espíritu de una bailarina que intenta escapar de la gravedad de las penurias que azotan el mundo.
El solitario y cansado público está sediento de la simpatía y del consuelo de los bailarines. Como bailarines, creemos que batir nuestras alas da esperanza a los corazones de los que aman el arte de la danza y les da el valor para superar esta pandemia.
Mi corazón ya comienza a palpitar.
Este año de inicios agridulces, por un lado, comenzamos a ver un rayo de luz al final del túnel de la pandemia, pero, por el otro, el inicio de un conflicto bélico; la historia nos ha enseñado que el arte es un respiro y para muestra de ello son los grandes esfuerzos realizados por la UNLA, que, fiel a su lema, “Al Bienestar por la Cultura”; ha defendido estos oasis para nuestra comunidad estudiantil y ha permitido que no dejemos de bailar y crear.
Con gran entusiasmo, por primera vez desde hace dos años, conmemoraremos el Día Internacional de la Danza de manera presencial este viernes 29 de abril en distintas zonas de nuestro campus Manantiales. Este evento está organizado desde el departamento de Difusión Cultural y Publicaciones en compañía del grupo representativo de Danza Contemporánea y el taller de Danza Jazz, con el propósito de celebrar el privilegio de estar vivos.
¡Te esperamos! ¡Feliz Día Internacional de la Danza!