Autora: Mtra. Ana Sharazada Escobar Gómez, docente de Derecho del Sistema Ejecutivo
Qué difícil es encontrar el punto de equilibrio en cualquier tema, en cualquier caso. Ese punto no necesita flexibilidad, porque es el punto ideal. Y estarán de acuerdo en que el concepto de "idoneidad" es personalísimo. Lo más idóneo para una mujer con tres hijos, un marido y un trabajo de tiempo completo, no es lo mismo que para un varón de mediana edad con una carrera inconclusa, un trabajo próspero y un divorcio en puerta. Tampoco es lo mismo para una joven con muchos sueños, mucho trabajo y poco tiempo para estudiar, ni para alguien que quiere comerse el mundo y no se conforma con ser el mejor en su licenciatura, y sabe que necesita una segunda carrera para ser competitivo en la vida laboral actual.
Sin embargo, estos diversos perfiles, y solo por mencionar algunos, encuentran el punto de equilibrio en una institución y un sistema. La UNLA tiene ese punto ideal de equilibrio en su Sistema Ejecutivo, en el cual he percibido en mis grupos a lo largo de estos diez años, cómo mis alumnas y alumnos logran encontrar en estas aulas, ese equilibrio tan difícil de descubrir en otros espacios. Definitivamente, si algo los une, si alguna característica tienen en común, es el querer: se quiere estudiar, se desea aprender, se necesita y se reconoce como un ente ávido y sediento de conocimiento.
La voluntad es un distintivo que los une, y no hay mejores estudiantes que los voluntariosos. Ellos se proponen terminar lo que dejaron inconcluso hace años, estudiar lo que de verdad desean, complementar su expertis laboral y práctica, y explorar sus pasiones, inquietudes y motivaciones. Es maravilloso pertenecer al cuerpo docente de este perfil de alumnado que se esfuerza por conseguir sus metas y propósitos, y que trabajamos para ayudarles a lograrlo a través de la pedagogía del compromiso. “Es una estrategia de enseñanza que tiene como objetivo que los estudiantes recuperen sus ganas de pensar, así como la voluntad de alcanzar la autorrealización total” (Hooks, 2010)
No es fácil encontrar ese punto de equilibrio, ese espacio de aprendizaje idóneo y diseñado para que puedan lograr sus metas. Se requiere de una corresponsabilidad entre docentes y directivos, asumiendo los valores de la universidad para que el alumnado, inmerso en pluralidad y diversidad, viva con alegría su paso por la UNLA. Se entiende que tienen jornadas laborales previas a sus clases y que las mujeres tienen dobles o incluso triples jornadas, y se reconoce que la carga mental y el peso de las responsabilidades son mayores. Entender esto como un área de oportunidad y no como un obstáculo, fomenta la enseñanza de contenidos a la par de la generación de un pensamiento crítico, imparcial, cuestionador y responsable, que se valora y reconoce como el sello de esta casa de estudios. La satisfacción con la que culminan nuestros alumnos es indescriptible, porque se vive como un reto y no como una carga.
Pensar en la formación de personas que ya están formadas implica una estrategia distinta y compleja, aunque puede percibirse como sencilla y posible. Ahí radica parte de la magia de educar en el compromiso, lo que motiva a mis alumnos a perseguir sus sueños y anhelos que no todos pueden alcanzar, porque no todos están dispuestos a formar parte de una comunidad de aprendizaje donde no hay lugar para el fracaso, sino para compartir recursos y garantizar que salgan del aula con algo más que un título: una amplia caja de herramientas para continuar su proceso de construcción como personas y profesionales. Esto implica entenderse como individuos holísticos y responsables de sus propios aprendizajes, decisiones y participación activa en su entorno. Me siento afortunada de poder contribuir a que el sistema educativo sea ese punto de equilibrio que necesitamos en nuestras vidas.
Referencias:
Hooks, B. (2010). Enseñar pensamiento crítico. Rayo Verde Editorial.