Por Regina Sahian Cruz Solís
Alumna de quinto semestre de la licenciatura en Relaciones Comerciales Internacionales de la UNLA
Las embajadas son misiones diplomáticas permanentes y una representación de un país en otro. Su acuerdo entre dos países es un tratado internacional registrado sobre la base de diferentes leyes internacionales, cuya esencia confirma que cada país tiene derecho a tener un representante de su territorio en el otro país y que sus embajadas tendrán un estatus extraterritorial. Existen en la actualidad 85 embajadas dentro de México, todas ellas localizadas en la Ciudad de México (CDMX), que resultan fundamentales para que nuestra nación estreche lazos comerciales, políticos, económicos, culturales y sociales con otros países. Cada una trabaja a fin de garantizar la protección y asistencia de sus connacionales en tierras mexicanas.
El 1 de junio de este año, la Sociedad de Alumnos de Relaciones Comerciales Internacionales (RCI) de la UNLA, en compañía del director de la licenciatura, el maestro Rodolfo Daniel Osorio Vázquez, tuvo la oportunidad de visitar las embajadas de Pakistán y Países Bajos en CDMX. Esta actividad fue una experiencia muy enriquecedora académicamente, pero, sobre todo, significó un acercamiento multicultural y real al desarrollo laboral de nuestro ámbito profesional.
Con el embajador de Pakistán, el excelentísimo Najeeb Durrani, hablamos sobre temas políticos, sociales, económicos, religiosos, espirituales y culturales, representativos de su país. Durante la conversación que mantuvimos con el embajador en su despacho, y disfrutando de un tradicional té chai proveniente de su nación, pregunté: ¿Qué motivó su decisión de elegir a México como su siguiente destino diplomático, y cómo afrontó el choque cultural?
El Embajador señaló que él no escogió el destino, sino que su gobierno se lo asignó de acuerdo a su perfil. Pude interactuar con uno de nuestros temas académicos más importantes: como diplomático, tu deber y postura debe poseer cierta neutralidad, y siempre has de apegarte a los preceptos de política exterior de tu país. Ello no significa que no puedas tener una opinión personal, pues entendimos qué tan cercano es el embajador a sus raíces, religión y creencias individuales, así como a las tareas que desempeña en su labor. El futuro de los proyectos que está desarrollando en México impactará ambas naciones. Una parte fundamental de su trabajo es adaptarse constantemente a nuevas culturas.
Fue una conversación muy valiosa, ya que nos brindó cuestionamientos que antes no nos planteábamos como futuros internacionalistas y que, sin duda, marcarán una diferencia en nosotros.
Cabe señalar que en ambas embajadas se puede palpar la cultura de su respectivo país, no solo en las personas, sino también en el diseño de los espacios y su ambiente. Por un lado, en la embajada de Pakistán el legado histórico y la visión contemporánea del país dialogan. Por otro lado, en la embajada del Reino de los Países Bajos existía un un ambiente pulcro, un estilo muy europeo; en sus paredes se observaban pinturas de artistas contemporáneos holandeses, además, en la recepción había una playera del futbolista mexicano Edson Álvarez, jugador del actual equipo campeón de la liga holandesa: Ajax de Ámsterdam.
El embajador de Países Bajos, el excelentísimo Wilfred Mohr, convive de forma rutinaria con el resto de los miembros de la embajada. Su trato también fue amable. Él tiene una visión puntual, pulcra y directa: su charla, desarrollada en una sala de juntas ejecutiva, se enfocó, mediante una presentación visual, en dar a conocer el trabajo que desarrolla su representación diplomática en México. Se centró en temas comerciales, culturales y políticos, pero puso especial atención al tema de la violación de derechos humanos en nuestro país, particularmente a la muerte de periodistas y los feminicidios.
Países Bajos es una nación que históricamente ha luchado por la legalidad, la diversidad y los valores universales plasmados en la Carta de la Organización de las Naciones Unidas. Así que, el acercamiento personal de la embajada con nuestra nación resultaba evidente. Además, el ambiente era de cercanía y las jerarquías no eran ostentosas.
Ambas embajadas nos permiten identificar las diferencias y similitudes entre Oriente y Occidente, en cuanto al sistema global y al derecho internacional. Conocer las funciones que se realizan en cargos tan importantes resultó motivante y, sobre todo, nos permitió entender la forma en que la diplomacia evoluciona y la necesidad de que, partiendo de una visión multicultural, México no se perciba como un país aislado, sino como un actor protagónico dentro de las relaciones internacionales.