Por: Ilse Paola Sánchez Ruíz, Jefa del Centro de Orientación Psicológica UNLA
Septiembre es el mes de la prevención del suicidio, el cual es un tema delicado y es importante concientizar acerca de él. Los principales obstáculos y/o dificultades que se presentan cuando se habla de este tema son los tabúes y estigmas, por lo que en el presente artículo, dichos argumentos serán los principales a tratar.
La estigmatización, sobre todo la que se crea en torno a los trastornos mentales y el suicidio, disuade de buscar ayuda a muchas personas que piensan en quitarse la vida o tratan de hacerlo y que, por lo tanto, no reciben la ayuda que necesitan. La prevención del suicidio no se ha abordado debidamente porque falta sensibilización sobre la importancia que lo reviste como un problema para la salud pública y por el tabú existente –en muchas sociedades– que impide tratarlo abiertamente (OMS, 2021).
Los mitos son criterios culturalmente aceptados y establecidos en la población que no reflejan la veracidad científica, pues se trata de juicios de valor erróneo –con respecto al tema y a las y los que lo intentan– que deben ser cuestionados si se desea colaborar con este tipo de personas. Con cada mito se intentan justificar determinadas actitudes de quienes los sustentan, las que se convierten en un freno para la prevención de esta causa de muerte.
Los mitos y tabúes que rodean al suicidio han derivado en que actualmente sea la segunda causa de muerte en jóvenes; además, de acuerdo con un artículo del portal web Forbes (2023), las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) menciona que «tan solo en 2022 se registraron 8,237 fallecimientos por esta causa en el país, es decir 22 casos al día». De esta forma, pasemos a enunciar algunos de ellos:
Mito: el que se quiere matar no lo dice.
Este es un criterio equivocado, pues conduce a no prestar atención a las personas que manifiestan sus ideas suicidas o amenazan con ello. La realidad es que, según la INFAD (2016), de cada diez personas que se suicidan, nueve de ellas dijeron claramente sus propósitos y la otra dejó entrever sus intenciones de acabar con su vida.
Mito: el que lo dice no lo hace.
Criterio equivocado, ya que conduce a minimizar las amenazas suicidas. Estas pueden ser consideradas erróneamente como chantajes, manipulaciones, alardes, etc.; la realidad es que todo el que se suicida expresó con palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta lo que ocurriría.
Mito: todo el que se suicida está deprimido.
Criterio equivocado que tiende a ser sinónimo del «suicidio y depresión», lo cual no se ajusta a la estricta evidencia. La realidad es que aunque toda persona deprimida tiene posibilidades de realizar un intento de suicidio, o lo cometa, no todos los que lo hacen presentan esta condición; también se puede padecer esquizofrenias, alcoholismo, trastornos del carácter, etc.
Mito: al hablar sobre el suicidio con una persona que tiene estos pensamientos puede incitar a que lo realice.
Criterio equivocado que infunde temor para abordar la temática del suicidio en quienes están en riesgo de cometerlo. La realidad es que se ha demostrado que hablar sobre el suicidio con una persona que piensa en ello, en vez de incitar, provocar o introducir en su cabeza esa idea, reduce el peligro de cometerlo y puede ser la única posibilidad que ofrezca el sujeto para el análisis de sus propósitos autodestructivos.
Mito: el suicida desea morir.
Criterio equivocado ya que se cree que el suicida solo desea morir, sin embargo, son personas a las cuales les han fallado sus mecanismos útiles de adaptación y no encuentran alternativas, excepto el atentar con su vida. La realidad es que el suicida es ambivalente, es decir desea morir si su vida continúa de la misma manera y desea vivir si se produjeran pequeños cambios en ella. Si se diagnostica oportunamente esta ambivalencia se puede inclinar la balanza hacia la opción de la vida.
Mito: el que intenta el suicidio es un cobarde.
Criterio equivocado que pretende evitar el suicidio equiparándolo con una cualidad negativa de la personalidad. La realidad es que las personas que intentan suicidarse no son cobardes, sino personas que sufren.
Es importante impulsar la prevención del suicidio para sensibilizar y superar los mitos y tabús, primero hablando y no minimizando su sentir cuando una persona expresa el deseo de suicidarse, así como atender las enfermedades mentales, desmitificar la terapia psicológica y tener empatía con las personas a nuestro alrededor.
Durante mucho tiempo se pensó que hablar de suicidio lo provocaba, pues es un tema lleno de estigmas, falsas creencias y delicado para la sociedad. Sin embargo, la realidad es que los suicidios son prevenibles y está bien hablar de ello.
El suicidio es algo que ocurre comúnmente a nivel mundial por lo que la recomendación inicial es buscar ayuda profesional; no obstante, la red de relaciones sociales (incluyendo familia, amigos y otras personas importantes para la persona) pueden proporcionar apoyo social y emocional. Estas redes de apoyo social juegan un papel muy importante en la prevención, ya que las estrategias internacionales parten de la premisa de que el suicidio es prevenible ya que se da como un proceso que inicia con la ideación (preocupación autodestructiva, planificación de un acto letal o deseo de muerte), posteriormente pasa a intentos y, finalmente, a la consumación.
Referencias:
Forbes México, (10 de septiembre del 2023). Aumentan 435% casos de suicidio en México en las últimas 2 décadas. https://www.forbes.com.mx/aumentan-435-casos-suicidio-mexico-en-ultimas-2-decadas/
Martín, V. (2016). Conducta suicida. Protocolo de intervención. Revista de psicología. INFAD. https://www.redalyc.org/pdf/3498/349851777025.pdf
Organización Mundial de la Salud, (17 de junio de 2021). Suicidio. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/suicide
Pérez Barrero, S. A., (julio-septiembre 2005). Los mitos sobre el suicidio. La importancia de conocerlos. Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXIV, núm. 3. Pp. 386-394. https://www.redalyc.org/pdf/806/80634305.pdf