Por Michelle Valencia Rosales, estudiante de la licenciatura en Arquitectura, Urbanismo y Sustentabilidad
Hola, soy Misha, estudiante de noveno semestre de la licenciatura en Arquitectura, Urbanismo y Sustentabilidad, y del Diplomado en Diseño y Composición de Espacios Interiores, en la Universidad Latina de América, al cual ingresé por el interés personal de ampliar mi formación académica en un campo de acción profesional cada vez más reconocido. A punto de concluir dicho diplomado, que tiene una duración aproximada de cinco meses (180 horas de clase) reflexiono que en él pude recuperar conceptos elementales del diseño y adquirir nuevos conocimientos aplicables al interiorismo, ya sea de proyectos habitacionales, comerciales, de oficinas, e industriales, entre otros.
Además de identificar ideas y conceptos sobre el tema, hacer algunas preguntas como: ¿Qué es el diseño?, y ¿Por qué un sillón puede costar 25,000 pesos o más?, y desarrollar un par de proyectos prácticos, aprendí también que no solo importa tener una planta arquitectónica funcional y «bonita» en un espacio adecuado para que este «cobre vida», sino que, como parte de un diseño idílico se necesita tener un mayor análisis para saber y comprender que es lo que determina el valor que tiene cada proyecto. Lo mismo pasa con el diseño de espacios interiores, ¿Por qué hay lugares que nos causan ciertas sensaciones? ¿Cuál es la iluminación correcta para concentrarme al trabajar? ¿Por qué me duele la espalda después de cocinar? ¿Por qué mi espacio, por más que se vea agradable, no cumple con su función?; todas esas preguntas tienen sus propias respuestas, y además de estas surgieron muchas otras a lo largo del curso, las que contribuyeron a mejorar mis propuestas de diseño.
El ser humano siempre ha intentado embellecer su entorno con adornos, objetos sin utilidad, poco prácticos y no funcionales, sin analizar a profundidad la razón de su colocación y su significado, y el «¿Por qué?» que puede tener en un sinfín de respuestas, pero solo unas cuantas cuentan para un diseño de interiores fructífero, cuando no sabemos bien la razón de colocar un objeto decorativo en algún lugar, caemos en hacer decoración por moda o sólo con la intención de que se vea algo bonito. El diseño de interiores tiene una razón específica, hace propuestas de distribución, mobiliario y elementos; también utiliza la psicología, teorías y principios de diseño, conocimiento de las emociones y, sobre todo, el generar experiencias integradas al espacio para así plasmar la esencia del habitar. La palabra diseño debemos ligarla a innovación, coordinación, creatividad, arte, estilos de vida, habitabilidad y la esencia del ser, esto para poder crear espacios vivos que comuniquen y den una razón de ser.
Podemos definir el diseño de interiores como una comunión entre el espacio y el habitador, generando experiencias sensoriales con base en la actividad creativa para buscar soluciones que involucren la esencia del individuo, la parte más íntima del ser, con lo estético; algo sensible a lo percibido por los sentidos. Además con esto se debe encontrar y contar una historia, y dentro de ese encuentro evolucionar para rediseñar nuestro espacio; en el diseño de interiores no existen proyectos iguales, cada uno de estos es diferente ya que es el reflejo de la persona que habita el espacio en cuestión, por lo que debe convertirse en agradable y apropiado, revitalizando las formas simples y transformándolas en algo único; existen diferentes elementos de diseño diversificados de acuerdo a las nuevas dinámicas, tendencias sociales, y modos de vida, es por eso que es crucial poner atención a los medios de comunicación, debido a que vivimos en un mundo que cambia día con día, hora a hora, minuto a minuto.
No podemos partir de una sola idea, no podemos afirmar que sabemos todo sobre materiales, texturas, colores, seres humanos, emociones, antropometría, mobiliario, ergonomía, iluminación, plantas de ornato, medio ambiente, etc., lo que sí podemos hacer es revisar todo lo aprendido en la escuela, o fuera de ella cuando observamos detenidamente algo que tiene los elementos necesarios para considerarlo como buen diseño, y aplicarlo en cada uno de las propuestas que nos toque hacer. Ninguna persona sabe todo a la perfección, de cada error se aprende, y en este mundo cambiante y pretencioso lo único que nos queda a los arquitectos e interioristas es procurar proporcionar ambientes que alegren la vida de quienes habitan cada espacio, y a su vez, que alegren la nuestra por el disfrute de los retos superados.