Por: José Manuel Calderón Calderón, alumno del Doctorado en Derecho.
El constructo de los Derechos Humanos, en su concepción metafísica, surgió en el pensamiento filosófico naturalista, tanto en la vertiente cristiana como, posteriormente, en la racional, pero tomó especial importancia ideológica después de la Segunda Guerra Mundial.
Es así que, en las cuatro primeras décadas del siglo XX, en el discurso global de las naciones —dominantes económica y militarmente— se buscó retóricamente establecer espacios de libertad y democracia, mientras que en las políticas domésticas de las naciones se implementó un estado de bienestar, situaciones que empezaban a armonizar con la naciente ideología de los derechos humanos.
Fue en los años setentas que, de manera global, se potencializó el discurso de bienestar a través de los derechos humanos, y fue hasta los años noventa que tomó una marcada relevancia jurídica en el Derecho Internacional, específicamente en las relaciones entre los Estados.
Pero es importante mencionar que, en países capitalistas, en relación con los derechos humanos y el estado de bienestar, desde sus primeros intentos por establecerlo y hasta la época actual, ha existido dificultad para que los derechos sociales y económicos puedan verse reflejados en la vida cotidiana de las personas, principalmente por estar relacionados con la distribución de los bienes del capital o del Estado.
Para argumentar lo anterior, describiremos la forma en que ha transcurrido el estado de bienestar, el de suficiencia y, finalmente, el de los derechos humanos, así como la intersección retórica y fáctica entre estos y el capital con su modelo neoliberal, para reflexionar sobre cómo este modelo económico ha podido aprovecharse de la retórica del siglo XIX —libertad personal y de propiedad— coincidente con la de los derechos humanos, para inmiscuirse en las relaciones de desregulación económica con el Estado y también en la vida de las personas.
Para iniciar el recorrido histórico del estado de bienestar, suficiencia y de derechos humanos, nos apoyaremos en los aportes teóricos de Samuel Moyn. Si bien es cierto que el profesor de Harvard hace este recorrido enfocado en describir los intentos por establecer el estado de bienestar y el de suficiencia en los Estados Unidos de América, también lo es que describe nítidamente cómo la economía de guerra y los derechos humanos hicieron intersección discursiva y se globalizaron hacia otras latitudes, posteriormente a la intervención de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
Con este texto no se pretende atribuirle a los Estados Unidos el origen del estado de bienestar o de los derechos humanos —sociales y económicos—, máxime porque los Estados Unidos no han ratificado el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; al igual que se han opuesto a considerar los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales como derechos tutelables.
Lo que buscamos presentar es cómo los Estados Unidos —país capitalista—, mediante la política económica de guerra, terminó dejando relegados los derechos económicos y sociales al estado de suficiencia, pero paralelamente potenciando el diálogo en torno a los derechos humanos —civiles y políticos— a nivel internacional, lo cual favoreció al desarrollo del capital.
Para generar contexto del estado de bienestar, es importante mencionar que, en la década de los años treinta y cuarenta, el presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, intentó implementar como política doméstica el estado de bienestar para sus ciudadanos, esto como recompensa a los esfuerzos laborales y sociales que favorecieron la participación de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
Pero, al paso de dos décadas de intentos fallidos, la retórica del estado de bienestar quedó únicamente como un discurso bien intencionado para los ciudadanos norteamericanos, ya que, al encontrar en la política económica de guerra la salida de la Gran Depresión económica que hostigaba a los norteamericanos, se optó por dejar atrás la ideología de igualdad distributiva, y en su lugar quedó la de suficiencia. Situación que posteriormente buscó ser implementada a nivel global mediante el derecho internacional, con la retórica política económica de guerra y la implementación de los derechos humanos.
Lo anterior es afirmado por Samuel Moyn en el texto La segunda carta de los derechos, pero pretende llegar más lejos cuando insinúa que el capitalismo neoliberal y los derechos humanos hicieron confluencia retórica, favoreciendo al capitalismo neoliberal.
Si bien es cierto, el autor del libro denominado No bastan. Los derechos humanos en un mundo desigual, provoca el diálogo proponiendo que no tuvieron el mismo origen y objetivo los derechos humanos y el modelo neoliberal, pero sí alude a que en la retórica ambos coincidieron, más no en los hechos del estado de bienestar.
Para darnos una idea, en la séptima década del siglo XX, a nivel global, los llamados estados de bienestar entraron en crisis, mientras la corriente económica neoliberal presentaba una tendencia al alza referente al estado de suficiencia y a la desregulación del Estado y el libre mercado. Además, en la misma época, de manera paralela, los derechos humanos gozaban de gran aceptación en Europa y Latinoamérica, ya que se creía que a través de ellos se podría lograr la anhelada equidad entre las personas.
Así, en la retórica, los derechos humanos hicieron una interesante intersección con la ideología del liberalismo, específicamente el clásico del siglo XIX, el cual, en su aspecto moral, planteaba derechos básicos —libertad personal y de propiedad— para las personas, lo que coincidía con lo propuesto por el modelo neoliberal, que en su epistemología pugna por la desregulación estatal en las relaciones comerciales y personales.
Pero, en el transcurso de los años, se puede verificar que el binomio neoliberalismo y derechos humanos corrieron en vías de objetivos diferentes: el primero, en pro del libre mercado, lo que generó una brecha de desigualdad en la población, y el segundo, no pudo ser el contrapeso que permitiera el anhelado estado de equidad entre las personas.
Ahora, surge la reflexión sobre el avance que han tenido, desde las cuatro primeras décadas del siglo XX hasta la fecha, los derechos económicos y sociales, así como el avance que han presentado las políticas económicas neoliberales, apoyadas en el discurso fáctico y judicial de los derechos humanos.