Por: Lic. Julio César Bárcenas Herrera, exalumno de la Universidad Latina de América
Querida Comunidad UNLA:
Es un placer saludarles y compartirles que, al enterarme de este espacio, no quise perder la oportunidad de agradecer a esta institución y a sus facilitadores todo lo que recibí en mi gran experiencia como estudiante del Sistema Ejecutivo.
Quiero iniciar contándoles que, en esta experiencia UNLA, encontré algo que a mi vida le hacía falta. En ese momento no sabía que era, pero definitivamente ya era mucho de lo mismo. Tengo 46 años y alrededor de los cuarenta empecé a sentir que algo me faltaba y no podía reconocer si era una nueva actividad, trabajo, hobby o si algo no andaba bien del todo en mi vida.
Pensé en abrir nuevas sucursales de un negocio que me ha acompañado desde hace 27 años, pero no, no era eso lo que sentía que me complementaría, pues el mismo personal que me apoya en el negocio me comentaba: «oiga, pues, búsquese un trabajo». ¿Saben? No lograba identificar de dónde venía esa sensación de vacío. Hasta que, en un revés financiero de otra actividad que realizo, tuve que estar en contacto con un abogado. Al ver y preguntar sobre lo que hacía y cómo lo hacía, me dije a mí mismo «oye, yo puedo ser bueno en esto». Y ¿qué creen? A los dos meses ya estaba inscrito en la UNLA, pues fue en el Sistema Ejecutivo donde encontré mi oportunidad.
Estoy seguro de que no tengo las palabras para describir lo que el regresar a las aulas UNLA contribuyó a mi existir. Para empezar, siento que mis estudios de adolescente los ejecuté sin convicción, motivado por el éxito económico y la carrera del futuro, como se decía, pero no era una decisión mía; caso contrario, yo decidí estudiar Derecho por convicción y no saben cómo lo disfrute. Claro que, al inicio, el volver a estudiar, a tratar de comprender y sobre todo a exponer, me resultó muy complicado, pero no hay nada que detenga a la fuerza de voluntad y a la alegría de hacer lo que emociona; así que esos obstáculos al final fueron pequeños para la arrolladora fuerza de la convicción y el disfrute de lo que hacía.
Quiero compartirles que, en mi primera entrevista para la inscripción, la persona que me atendió comentó que había estudiado Derecho en el mismo Sistema Ejecutivo y que quiso titularse por promedio, pero no lo consiguió. En ese momento, me dije con desánimo y tristeza: «si el que luce como todo un estudioso y disciplinado no lo logró, mucho menos yo que regreso de nuevo a la escuela», entonces, vuelvo a preguntarles «¿qué creen?». Les comentaba de esa fuerza motivadora, ¿verdad? ¡Fue la misma que me llevó a terminar mi carrera, titularme por promedio y con el mejor promedio de mi generación!
Por ello, quiero invitar a todas las personas a que se den la oportunidad que sientan necesitar en sus vidas; a que no se queden quietos ante los obstáculos y más ante los obstáculos emocionales como los miedos y las dudas de la propia capacidad. Esta carrera en el Sistema Ejecutivo de la Universidad Latina de América fue el jardín que necesitaba para volver a florecer en mi vida y encontrar de nuevo esa motivación para existir con alegría y gozo.
Quiero recomendarles, en gran medida, ese espacio de la UNLA, donde encontré ese apoyo y el ambiente propicio para poder culminar a pesar de mis dudas y mis inseguridades. También aprovecho para reconocer y agradecer a todo el personal, por ser fuente de inspiración, por su cariño y por hacer de la UNLA una casa de puertas abiertas.