Por Alejandra Flores Díaz
Egresada de la licenciatura en Diseño de la Comunicación Gráfica
A las y los alumnos de la licenciatura en Diseño de la Comunicación Gráfica de nuevo ingreso, y para los que ya están en camino. Ojalá algo les mueva dentro de ustedes para tener ganas de sobresalir y verse a futuro como excelentes profesionistas.
Mi nombre es Alejandra Flores Díaz. Tengo veinticuatro años, estudié Diseño de la Comunicación Gráfica en la Universidad Latina de América (2016-2020). A temprana edad, supe que quería estudiar diseño. Cuando mi padre me enseñó a usar Photoshop a los doce años, quedé encantada de saber que tenía potencial con esta herramienta. Afortunadamente, mis padres me apoyaron y empezamos a buscar universidades con un buen plan de estudios. Según mi criterio, la mejor opción fue la UNLA.
Cuando comencé la carrera, tenía tantas ganas de finalmente aprender la que sería mi vocación por el resto de mi vida que se me facilitó poner atención en clase. Disfrutaba estudiar para mis exámenes, entregar tareas y proyectos. Algo que me gustó mucho de dicho proceso fue la libertad de los docentes para permitirnos escoger temáticas o incluir gustos personales en estas entregas, porque pude apropiarme de cada una de ellas y comprometerme a hacer un poco de lo que más me llamara la atención.
Por ejemplo, cuando se nos pedía diseñar una portada de revista, yo pensaba: ¿si el día de mañana me contrata Vogue, GQ, Forbes, para realizar este proyecto, cómo lo ejecutaría? Siempre me gustó pensar en marcas y empresas grandes. Entonces, investigaba sobre ellas: editoriales, estilos, formas, materiales, etc.; siempre cuidando el más mínimo detalle en mis entregas.
Realizaba mi portada y no sacaba una mala calificación. Me di cuenta que visualizarte haciendo cosas grandes te lleva siempre a dar más de ti, y, por ende, a conseguir buenos resultados. Sé que para muchas personas «las calificaciones son solo un número, en el mundo laboral no importan, el título ya no es suficiente…», pero para mí siempre fue un número que reflejaba esfuerzo, dedicación, compromiso y responsabilidad. Recuerdo haber pensado: bueno, todos estos hábitos son importantes, tarde o temprano los tendré que aplicar en la vida laboral, así que, ¿por qué no empezar ahora?
No pienso que la calificación sea la forma de alcanzar el éxito, que te vaya a asegurar financieramente en el futuro, o que te haga una mejor o peor persona. Sin embargo, es un pilar fuerte para construir tu camino y alcanzar metas laborales o personales, porque una buena calificación siempre va a ser una buena carta de presentación que vas a necesitar cuando empieces a buscar empresas o lugares para hacer tus Prácticas Profesionales. Incluso las compañías creativas y disruptivas se van a fijar en tus calificaciones. Tu desempeño en dichas empresas generará un portafolio que será otra carta de presentación cuando te enfrentes al mundo laboral.
Para la mayoría, cursar la licenciatura es un flujo lineal sin muchas variables y adversidades, con las cuales nos encontramos al egresar. Por eso, expreso lo importante que es tomarse con seriedad los hábitos que trae consigo un buen promedio. Si no comienzas a implementarlos mientras estás estudiando, al graduarte tendrás que aprender a sentar estas bases y cumplir con otro conjunto de responsabilidades, lo cual es más complicado.
Se trata de una cadena de pequeños esfuerzos acumulados que te lleva al siguiente lugar o nivel, una búsqueda de mejores opciones de crecimiento para ti. En mi caso, siempre me funcionó realizar dichos ejercicios pensando en el día de mañana, pues me ayudó a motivarme para cumplir metas a corto plazo. También debes considerar en dónde te quieres posicionar a largo plazo.
Estos esfuerzos acumulados empiezan en tu aula, en la que la única forma de evaluarlos es una calificación. En mi caso, un buen promedio me dio la oportunidad de hacer mis Prácticas Profesionales en la empresa Knotion y en el estudio de diseño Mingo Ideas. Al poco tiempo, me contrataron en Knotion, para grabar voces de personajes, lo cual nunca imaginé hacer y me encantó. En Mingo, desarrollamos un proyecto de identidad gráfica para HW Studio Arquitectos, en el cual trabajé con grandes autores a nivel nacional e internacional.
El primer día de clase, Sara Guadarrama, la entonces directora de la licenciatura, nos dio la bienvenida: «Todos aquí pueden titularse por promedio, pero es algo que tienen que trabajar desde el día uno». En ese momento, me visualicé egresando y tomándome una foto en las instalaciones de la universidad, en mi pasillo favorito de la UNLA, entre el Edificio A y B.
El día que lo logré, me llevé más que un diploma a casa y fue mucho mejor de lo que esperaba. Me titulé con un promedio global de 9.57. Obtuve un Reconocimiento al Mejor Promedio de la Generación 2020 y otro al Mérito Académico. En el Acto Protocolario de Titulación, también mencionaron el egreso con una Trayectoria Sobresaliente.
Tener buenas calificaciones es un trabajo de todos los días, es indispensable ser una persona con ímpetu de crecer, porque es sumamente complicado mantenerse motivada todo el tiempo. En quinto y sexto semestre de la carrera, tuve un problema grave de salud que me desmotivó por completo. Me operaron, fui hospitalizada y diagnosticada clínicamente con depresión. Consideré darme de baja, a pesar de lo que implicaba. Es normal que los problemas personales intervengan en tu desarrollo. El hecho de ser consistente con los hábitos de un buen promedio y tenerlos tan presentes fue lo que me permitió sobrellevar esta situación.
En una entrevista, el escritor Simon Sinek habla sobre la disciplina:
Si vas al gimnasio, haces ejercicio, regresas y te miras en el espejo, no verás resultados. Vas al día siguiente, haces ejercicio, regresas y te miras en el espejo y tampoco ves resultados. Lo más probable es que no sea efectivo, entonces renuncias. O, puedes creer que este es el camino correcto y sigues. Te comprometes a un régimen. Ir nueve horas al gimnasio no te pone en forma, hacer ejercicio todos los días durante veinte minutos te pone en forma. No se trata de los eventos o la intensidad, se trata de la consistencia.
El día de hoy, los méritos de todo mi esfuerzo acumulado han dado frutos que jamás imaginé. Presenté el proyecto de Mingo en mi CV y, junto con mi promedio, fue casi un pase de entrada a una maestría en el extranjero. Posteriormente, apliqué para una visa de trabajo y la conseguí. No importa qué profesión tengas, siempre y cuando quieras crecer y avanzar.
Me encantaría aprovechar el presente texto para agradecer de todo corazón a mi alma máter y a sus docentes de Diseño de la Comunicación Gráfica: Evelin Gaona, Martha Velenzuela, Carmen Lara, Mirelle Merlos, Manuel Gutiérrez, Hugo Leyva, Xóchitl Tavera, Leonel Hurtado, Oliver Pérez, Ada Sandoval, Sara Guadarrama, Carlos Villaseñor y Alejandro Ayala; por formar parte de mi educación superior.