Año con año, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) publica un análisis con los principales riesgos que amenazan al mundo. Este informe de riesgos globales se configura con las respuestas de más de mil líderes de organizaciones de diversas regiones. En 2021, se les solicitó que señalaran el riesgo global más sobresaliente que ha empeorado desde el inicio de la pandemia en 2019. La respuesta reiterada fue la erosión de la cohesión social (WEF, 2022).
El Foro Económico Mundial define la erosión de la cohesión social como la pérdida de capital social que impacta negativamente la estabilidad, el bienestar individual y la productividad económica (WEF, 2022). En otras palabras, se ha experimentado un detrimento en la calidad de vida a nivel mundial, debido a factores como la disminución de la productividad, lo cual provoca que el progreso económico y la acumulación de riqueza sean casi imposibles de desarrollar (Lewis, 2004).
Si bien la generación de riqueza no se ha frenado con la pandemia, su distribución exige mayor atención por parte de las minorías que toman decisiones económicas. El tema es relevante, porque la distribución de la riqueza tiene una trayectoria exclusiva, mientras que su creación es un proceso colectivo que, según Thomas Piketty (2021), depende de la división internacional del trabajo, del uso de los recursos naturales y de la acumulación de los conocimientos de la humanidad. Para las empresas cuyo propósito es generar rendimientos con fundamento en la productividad, la desigualdad social que deviene de la distribución desigual de la riqueza es relevante.
Pese al gran desequilibrio social que impera actualmente, la economía mundial se acerca más a un juego de suma positiva que a uno de suma cero. A fin de explicar esta afirmación, conviene recordar que, antes de la Primera Revolución Industrial de 1760, la mayor parte de la población se dedicaba al sector primario: se trabajaba en granjas y la producción económica del mundo era equivalente a lo producido por la agricultura. La Revolución Industrial marcó el salto de una economía rural fundamentada en el trabajo de la tierra a una economía mecanizada e industrializada (Chaves, 2004).
Previo a 1760, el reducido avance tecnológico provocaba que el tamaño de la producción fuese fijo y, por lo tanto, la acumulación era prácticamente imposible (Roser, 2013). En un entorno en el que una mayor necesidad de consumo carecía de paliativo, la única forma de mejorar era si alguien empeoraba. Si una tribu o grupo social quería más recursos, como comida o tierras, debía conquistar y saquear, estrategias que perduraron por miles de años e impulsaron una desigualdad económica extrema.
Entonces llegó la Revolución Industrial, y el desarrollo tecnológico que trajo consigo cambió la forma en que se organizaban las sociedades. Se desplegó nueva maquinaria, las cosechas mejoraron, la producción agrícola se multiplicó y el resto de los sectores industriales se expandieron radicalmente en términos de productividad (Roser, 2013). El crecimiento económico entró al juego de suma positiva: mientras más personas disfrutan de una buena calidad de vida, mejor es la vida propia.
En este caso, el origen del fenómeno está en la innovación. De acuerdo con Schumpeter (1911), la innovación es la aplicación de un adelanto organizacional o técnico a la creación de un nuevo producto o al perfeccionamiento de un proceso de producción. Sin embargo, para que tenga lugar, el rol del empresario, como actor sobre quien recae el crecimiento económico, es imperativo, ya que es él quien comprende la forma de producir lo que la sociedad necesita y traduce su conocimiento en mejoras tecnológicas. Es decir, la creación de nuevas tecnologías y su uso en la producción dependen de una población mejor educada (Roser, 2013).
Por estas razones, el entramado empresarial global requiere una mayor equidad social. Aunque parezca que solo hay una búsqueda de ganancias en las motivaciones de los negocios internacionales, la innovación está fundamentada en la ley de oferta y demanda: la oferta de innovaciones incrementa cuando más personas tienen la oportunidad y la educación para desarrollar nuevas ideas, en tanto que la demanda de ideas crece conforme aumentan los ingresos de las sociedades, y estas pueden pagar por soluciones novedosas.
Así, oferentes y demandantes crean nuevos mercados basados en la innovación e incrementan el tamaño de los mercados existentes. Las ideas novedosas van tras los incentivos, por lo que, si muchas personas quieren y están dispuestas a pagar por las ideas, los agentes innovadores concentrarán todos sus esfuerzos en generar innovaciones bien remuneradas.
Es importante aclarar que las sociedades humanas modifican y reconstruyen las reglas y las instituciones que permiten la distribución del poder y la riqueza. De tal manera, combatir la desigualdad se logra mediante iniciativas políticas cambiantes y/o reversibles (Piketty, 2021). Mejorar la calidad de vida de las personas tiene un efecto multiplicador en la economía, puesto que aumenta la demanda de ideas y, al mismo tiempo, permite que la producción y distribución de las mismas sea mucho más fácil y rentable.
Aunque en la actualidad los continuos ciclos que experimentan todos los sectores de la economía nos parecen normales y cotidianos, la evolución social que marcó la trayectoria de estancamiento a crecimiento económico fue uno de los cambios más radicales en la historia de la humanidad. Ello ocurrió cuando la humanidad le dió la oportunidad a nuevas ideas que llevaron a la innovación y a soluciones para problemas existentes o aún desconocidos.
Referencias:
Chaves, J. (2004). Desarrollo tecnológico en la primera revolución industrial. Norba: Revista de Historia, 17, 93–109.
Lewis, W. (2004). The Power of Productivity Wealth, Poverty and the Threat to Global Stability. University of Chicago Press.
Piketty, T. (2021). Una breve historia de la igualdad. Deusto.
Roser, M. (24 de noviembre de 2013). Economic Growth. Our World in Data. Recuperado de https://ourworldindata.org/economic-growth
WEF. (enero de 2022). Informe de Riesgos Globales. Recuperado de https://www3.weforum.org/docs/WEF_The_Global_Risks_Report_2022.pdf