Publicado el 2021-02-25 en Maestría

La importancia de la UNLA como Área de Valor Ambiental (AVA) en Morelia

Por Héctor Ulises Sánchez Sepúlveda

 

En la víspera del trigésimo aniversario de la Universidad Latina de América mucho se podría hablar de los distintos logros obtenidos en estas tres décadas, basta decir que se ha consolidado como una institución educativa de alta calidad, innovadora y con un liderazgo que ha rebasado las fronteras nacionales. Esto se manifiesta en la identidad de toda una comunidad académica que comparte valores de profunda sensibilidad humana pero también de respeto por su entorno natural. 

 

El Campus UNLA se ubica al poniente de la ciudad de Morelia al interior de su anillo periférico. En esta zona existe un acuífero localizado en lavas volcánicas (también denominadas malpaís) de los cerros Quinceo y El Águila, que dan lugar a los principales manantiales en la capital del estado de Michoacán: La Mintzita, La Colina, Torreón Nuevo y Manantiales. El último se encuentra en la parte baja al sur de las instalaciones de la Universidad. Investigaciones muestran que este acuífero es el más vulnerable de los tres existentes en la ciudad, dada la estructura de las rocas que almacenan el agua (Garduño-Monroy et al., 2014). 

 

A principios del siglo pasado inició un proceso de desecación de lagunas y ciénagas como una política nacional basada en intervenciones hidráulicas de gran magnitud. Estas “mejoras materiales”, como se les denominaba, se realizaban en espacios considerados como insalubres y fuente plagas como mosquitos, además su drenado hacía posible ocupar estos espacios para las actividades productivas agrícolas en un México donde la Reforma Agraria cobraba cada vez más relevancia. 

 

 

Desde la fundación de la ciudad en 1541 hasta principios de la década de 1940, la Morelia “mesopotámica” permanecía casi completamente entre los ríos Grande y Chiquito y su confluencia natural sin rebasarlos. No obstante, en estos años ya habían comenzado diversas obras hidráulicas para la rectificación y entubamiento parcial de sus cauces originales y con ello también la desecación de diversos cuerpos de agua como lagunas y ciénagas, que en su mayoría se formaban de manera temporal a partir de la época de lluvias y muchas de ellas posibilitaron la pesca. Con la sucesiva expansión de la ciudad, estas zonas pensadas para fines agropecuarios fueron urbanizadas y con ello su sistema de ríos y arroyos fueron canalizados e incluso convertidos en drenajes tanto abiertos como cerrados. Un ejemplo de ello son los ríos ya mencionados, donde al menos para el caso del Grande existen diversos registros históricos de la abundante presencia de bagre, carpas y otras especies en sus aguas (Vargas-Uribe, 2010).

 

En la actualidad, el Campus UNLA ha quedado como un oasis al interior de la mancha urbana que, gracias a su uso actual del suelo, ha permitido el mantenimiento de la dinámica hidrológica natural del sitio, en el que sus partes bajas suelen inundarse una época del año, permitiendo a su vez la gradual infiltración del agua y brindando hábitat para diversas especies de plantas y organismos acuáticos que habitan en el espejo de agua del manantial ubicado en ese lugar. Sí, me refiero al laguito y el canal que lo conecta hasta la salida hacia afuera del Campus, para ahí ser aprovechado por parte del Organismo Operador de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento de Morelia.

 

Estos beneficios que la naturaleza ofrece a la sociedad se conocen como Servicios Ecosistémicos (SE). La humanidad depende completamente de los ecosistemas del planeta y los servicios que estos proveen, tales como comida, agua, control de enfermedades, regulación del clima, realización espiritual y disfrute estético (Millennium Ecosystem Assessment [MEA], 2005). Para quienes hemos recorrido el Campus UNLA y vivido tantas experiencias en su interior, nos es fácil percatarnos de algunos de los SE que ahí se brindan: tomar una clase bajo la sombra de un ahuehuete, observar las ardillas y tlacuaches que habitan entre piedras, arbustos y árboles, escuchar las aves que se posan en la vegetación, incluyendo aquellas que encuentran un verdadero oasis urbano que les proporciona refugio, descanso y alimento en sus rutas migratorias. ¿Qué decir de la belleza escénica del manantial y sus árboles o de toda el agua potable que provee para una parte de los morelianos?

 

Acorde con el Sistema Municipal de Áreas de Valor Ambiental (SMAVA), publicado este año por parte del Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN) de Morelia y la Cooperación Alemana al Desarrollo (GIZ), el Campus UNLA, se encuentra en el Área de Valor Ambiental denominada como Área arbolada y/o ajardinada Manantial Universidad Latina (Sánchez-Sepúlveda, 2020). El AVA abarca aproximadamente 60 hectáreas densamente arboladas con vegetación natural propia del bosque de galería (ahuehuete, sauces y huizaches principalmente, aunque también pueden encontrarse otras especies introducidas como eucaliptos, ficus, jacarandas, pinos, casuarinas, entre otros). Incluye árboles que se les calcula hasta 400 años de edad, así como un manantial. Se le califica con el nivel medio de antropización y se considera que provee los SE de infiltración y prevención de inundaciones, siendo importante para el amortiguamiento de la isla de calor urbana. De tal manera, que se le asigna una vocación de protección.

 

Por otra parte, en el marco del primer Proyecto de Mapeo Social Masivo de Arbolado Urbano en Morelia, llamado Treeatlón, el cual tiene por objetivo involucrar a la ciudadanía en el conocimiento y cuidado del medio ambiente, mediante el mapeo y registro de los árboles existentes en la ciudad a través de “Mapp Morelia”, aplicación creada por el equipo del IMPLAN de Morelia. A finales del año pasado, la UNLA se involucró en esta iniciativa interinstitucional liderada por el H. Ayuntamiento de Morelia, el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental y la Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad Morelia de la UNAM, la Universidad Michoacana, el Instituto Tecnológico del Valle de Morelia y Reforestamos México; obteniéndose entre los datos más relevantes, el registro del árbol más grande en la ciudad, el majestuoso Ahuehuete, que se ha convertido en parte de la identidad del campus y que cuenta con 15.85 metros de perímetro en su base, lo cual convierte este espacio universitario en un alto valor ambiental para Morelia.



Referencias:

 

Garduño-Monroy, V. H., Giordano, N. I. C. C. O. L. O., Ávila-Olivera, J. A., Hernández-Madrigal, V. M., Sámano-Nateras, A., & Díaz-Salmerón, J. E. (2014). “Estudio hidrogeológico del sistema acuífero de Morelia, Michoacán, para una correcta planificación del territorio”. Vieyra A, A Larrazabal eds. Urbanización, Sociedad y Ambiente. Morelia: UNAM - Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, 197-222.

 

Millennium Ecosystem Assessment. (2005). Ecosystems and Human Well-being: Synthesis. Washington, DC: Island Press.

 

Sánchez-Sepúlveda, H.U. (2020). Apoyo al diseño de un Sistema Municipal de Áreas de Valor Ambiental (SMAVA) para el municipio de Morelia. Morelia: IMPLAN de Morelia / Cooperación Alemana al Desarrollo (GIZ)

 

Sauer, C. O. (2006). La morfología del paisaje en Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, vol. 5, 5(15).

 

Vargas-Uribe, G. (2008). Urbanización y configuración territorial en la región Valladolid–Morelia 1541–1991. Morelia: Morevallado Editores

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