Por Ada del Carmen Sandoval Madrid
Desde el pasado mes de marzo hemos vivido una transformación en la educación superior anivel mundial, sin precedentes. De una semana a otra migramos nuestras clases presenciales a un formato virtual, permitiendo así a nuestros estudiantes poder continuar con sus estudios universitarios.
Nuestros alumnos en movilidad nacional regresaron a casa sanos y salvos a continuar con su semestre de movilidad a distancia. Sin embargo, con ocho de nuestros queridos alumnos de licenciatura realizando su semestre de movilidad académica en Europa, la preocupación y acompañamiento por parte del departamento de Internacionalización y Movilidad Académica se sumó a la lista de nuestras acciones prioritarias por la contingencia: el bienestar físico, mental y académico de nuestros chicos en el extranjero se volvió nuestra prioridad.
Uno de los más tristes efectos de esta pandemia fue, sin duda, la noticia de que la mayoría de las universidades en Europa pospondrían sus programas de intercambio hasta el año 2021, afectando con ello a más de veinticinco alumnos que se encontraban listos para realizar su semestre Otoño 2020 en Dinamarca, Portugal, España, Francia y Bélgica.
En la UNLA seguiremos apoyando la movilidad académica de nuestros alumnos; sin embargo, las propias circunstancias y las limitantes en viajes internacionales nos llevarán a ampliar la oferta académica de internacionalización desde casa en los futuros semestres, aumentando el número de clases virtuales en conjunto con estudiantes de universidades de otros países de nuestro programa de internacionalización Global Partners in Education. Será primordial, ahora más que nuca, que nuestros futuros egresados cuenten con la experiencia internacional al haber colaborado y trabajado desde nuestros salones de clases con estudiantes de otros países.
Las dificultades serán transformadas en oportunidades por las instituciones educativas, para las que, sabemos, desarrollar en nuestros alumnos un sentido de globalización, comprensión y aceptación de personas de otras culturas, será primordial en las décadas por venir. Esta pandemia nos ha enseñado que, a pesar de la distancia, estamos todos juntos en este planeta y dependemos los unos de los otros.
No hay duda de que tenemos mucho trabajo por delante, pero nuestro amor por la educación y la esperanza de construir un mundo mejor seguirán siendo nuestra mejor motivación hacia una educación superior más abierta, más respetuosa de las diferencias, y en la cual sigamos coadyuvando en el crecimiento y preparación académica de los verdaderos ciudadanos globales del siglo XXI.