Por María Fernanda Muñoz Gómez
El transcurso actual del siglo XXI es uno de los momentos históricos con mayor progreso en favor de la mujer. Hay avances en el respeto y garantía de derechos sociales y políticos, hay más mujeres que cuentan con la posibilidad de ser profesionistas, con derecho al voto y a ser votadas; en algunos países pueden decidir sobre su cuerpo.
Dichas victorias se deben a la lucha que han emprendido miles de mujeres con ganas de materializar un cambio verdadero, un ejercicio real de los derechos de la mujer. A pesar de estas grandes luchas y victorias, en nuestro país han existido retrocesos respecto a los derechos de las mujeres en el ámbito privado e internacional, por las construcciones sociales y culturales de los roles de género con las que la humanidad ha crecido.
Hermila Galindo
La participación de la mujer mexicana en el escenario internacional comienza con su intervención en asuntos políticos, sociales y económicos, en el momento en que un hombre decidió darle la oportunidad de incorporarse en los asuntos internacionales. Un ejemplo de ello es Hermila Galindo, la primera mujer que participó en el ámbito internacional. Ella fue enviada al extranjero para dar a conocer los ideales de la Revolución Mexicana.
Oficialmente, durante los años cuarenta y cincuenta pocas mujeres ingresaron a la vida diplomática. Entre ellas, el primer nombre que reluce es el de Palma Guillén de Nicolau, quien, según la autora Nora Ramírez Flores, estuvo dentro del Servicio Exterior Mexicano y fue nombrada por el presidente Lázaro Cárdenas del Río para que desempeñara las funciones de enviada extraordinaria en Dinamarca y ministra plenipotenciaria de México ante el Gobierno de Colombia.
Amalia Caballero de Castillo Ledón
Amalia Caballero de Castillo Ledón fue la primera mexicana embajadora, desempeñó sus funciones ante el Gobierno de Suiza y posteriormente en Austria, estableciendo un precedente para el desarrollo de la política exterior mexicana en 1953. Otra gran mujer, conocida por haber promovido el cambio, eliminar paradigmas y, sobre todas las cosas, dejar un importante legado; fue Rosario Green Macías, Embajadora Emérita de México y la primera mujer al frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
El techo de cristal ha disminuido conforme el paso del tiempo, gracias a los grandes aportes que estas y otras muchas mujeres han dejado a la política exterior mexicana. Sin duda, el más grande de ellos es la apertura al mundo internacional para las nuevas generaciones, mediante el ejercicio de sus cargos públicos, sus cátedras o conferencias destacadas, y su lucha por erradicar las diferencias por razones de género en la dominantemente masculina esfera de la política exterior.
Rosario Green Macías
Hoy por hoy, el actual secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrad, durante la 74° Asamblea General de las Naciones Unidas en 2019; prometió la adopción de una política exterior feminista en México. En la Reunión de Embajadores y Cónsules de enero de 2020, esta promesa se concretó. Nuestro gobierno ha procurado ser pionero en América Latina, y adoptar una política exterior feminista, queriendo asemejarse a Francia, Canadá, Noruega y Suecia. Asimismo, trabaja de manera transversal en los temas de derechos humanos y la interseccionalidad, apoyando el compromiso que hizo con la agenda de igualdad de género y no discriminación.
La introducción de la Política Exterior Feminista está fundada en un conjunto de principios que buscan, desde la política exterior, impulsar las acciones gubernamentales para reducir y eliminar las diferencias estructurales, brechas y desigualdades de género, con el fin de construir una sociedad más justa y próspera.
Aún en pleno siglo XXI, sigue existiendo una gran desigualdad entre hombres y mujeres. Ello no significa que no se pueda generar conciencia de nuestra realidad, de las diferencias y menoscabo de los derechos de las mujeres; y, con ello, paulatinamente modificar el entorno, en miras de una sociedad más incluyente, igualitaria y garantista.
La perspectiva de género debe implementarse en cualquier contexto y alternativa construida como acción concreta, específicamente en el ámbito que nos compete, para lograr el orden igualitario y equitativo dentro del Servicio Exterior Mexicano, y frenar la opresión en el mismo. De igual manera, es necesario que existan funcionarios que se adapten y entiendan los cambios globales de la actualidad, para beneficiar a su país y ciudadanos.