Por Mauricio Alarcón Pichardo, egresado de la licenciatura en Derecho UNLA
En nuestro país, la llegada de un nuevo periodo electoral (o mejor dicho, las vísperas de la llegada de un nuevo periodo electoral) trae ya consigo el bullicio de los políticos en busca de alcanzar el hueso. Los partidos políticos y sus precandidatos (o como sea que les llamen ahora para no violar la ley) se despliegan en una pasarela de promesas, discursos y mítines que inundan el ambiente. Sin embargo, mientras los políticos se preparan para conquistar el poder, es pertinente preguntarnos: ¿y los ciudadanos? ¿Dónde quedan en este escenario?
Lamentablemente, es común observar una apatía generalizada en la sociedad mexicana cuando se trata de participar activamente en los procesos políticos. Muchos ciudadanos se encuentran desencantados de las promesas incumplidas y la corrupción endémica que ha permanecido a lo largo de la historia —más de lo mismo—. La falta de confianza en las instituciones y en los políticos ha mantenido una desmovilización ciudadana, donde la participación democrática se ve reducida al día de ir a votar.
Es importante recordar que la democracia no se trata solo de elegir a nuestros representantes, sino de participar activamente en la construcción de un país mejor. Los ciudadanos tenemos el derecho, pero también la responsabilidad de involucrarnos en los asuntos públicos, de fiscalizar a nuestros gobernantes y exigir transparencia y rendición de cuentas. Sin embargo, esta participación no termina por tomar impulso.
Los políticos han encontrado en las campañas electorales un terreno fértil para seguir haciendo promesas grandilocuentes, pero los ciudadanos debemos ir más allá y analizar las propuestas de manera crítica, exigir elevar el nivel de debate. Debemos informarnos sobre las plataformas políticas, los antecedentes de los candidatos y las acciones que han llevado a cabo en el pasado. No podemos permitirnos ser víctimas de la demagogia y la manipulación política.
Además, la coyuntura actual nos obliga a dejar la indiferencia y hacer que los ciudadanos nos organicemos y participemos en la vida política y social de nuestra comunidad. La sociedad civil debe desempeñar un papel crucial en la defensa de los derechos y en la construcción de una sociedad mejor, más justa y equitativa para todas y todos. La voz de los ciudadanos debe hacerse escuchar y ser tomada en cuenta en todos los niveles de gobierno, el silencio y la indiferencia nos vuelve cómplices de todo aquello que tanto nos ha lastimado a lo largo de los años.
No podemos permitir que la apatía y la desconfianza dominen nuestro panorama político. Los ciudadanos tenemos el poder de generar transformaciones significativas en nuestra comunidad, desde nuestra colonia hasta alcanzar a todo el país. Por algo se empieza.
El día de hoy es buen momento para dejar de ser espectadores y ser protagonistas en la construcción del futuro del lugar en donde vivimos. Los políticos están de campaña, pero los ciudadanos vamos a marcar el rumbo.
