Por Obdulia Barrera
La Universidad Latina de América es para mí más que sólo una universidad, es una forma de vida. Porque ser Potro significa ser valiente, pero mesurado, tener pasión por lo que hacemos, y esa pasión va acompañada de mucha disciplina. Todos estos sentimientos son sentidos y vividos por cada una de las personas que pisan nuestro campus, porque una vez estando en territorio Potro ya eres uno de nosotros.
“La experiencia de la cuarentena es un poco confusa para mí, ya que estoy lejos de mi familia; pero también he contado con una familia que Dios me dio: son cada una de las personas que formamos parte de la UNLA. Muchos de los estudiantes, profesores, directivos y colaboradores de la universidad me han tendido la mano como si fuera un familiar cercano. Eso me hace sentir como en casa, por eso lucho e intento todos los días ser mejor persona, amigo, estudiante y deportista.
No me arrepentiré nunca de haber tomado la decisión de ser Potro, y espero que Dios, y también la vida, han de recompensarles todo lo que me han ayudado, y que más de ser sólo una universidad, para mí es ver la promesa de Dios cumplida.”
Felipe Pereyra Andrews es estudiante de la licenciatura en Administración de Empresas de la UNLA
“Durante la cuarentena, mi mente ha vivido momentos difíciles, los cuales tenía miedo de afrontar.
Estar encerrado sin contacto social provoca que nuestros pensamientos se apoderen de nosotros, exponiendo nuestros temores, inseguridades, errores y arrepentimientos. Volverse sensible es una consecuencia del distanciamiento social, pero para seguir adelante y evitar que caigamos en un vacío autodestructivo es esencial distraernos de las malas ideas.
La primera semana me sentí desmotivado, deprimido y desalentado. No salí de mi cuarto, evitaba el contacto con mi familia y tampoco tenía ganas de platicar con mis amigos. Fue hasta ese fin de semana que me senté a platicar conmigo mismo sobre la situación actual. No podía permitirme volver a caer después de haber vivido varios meses infortunados el año pasado. Debía aprovechar el tiempo para preocuparme por mí, cuidarme, ponerme en primer lugar y darme la oportunidad de sanar.
Los días han transcurrido tan rápido que pareciera que mi rutina no ha cambiado: me despierto temprano a ejercitarme, hago mis obligaciones en la casa, tomo clases en la tarde y entreno con los ejercicios que el coach de animación nos sube a la plataforma. Los fines de semana me doy un respiro, veo películas o alguna serie que me llame la atención en Netflix y trato de hacer videollamadas con mis amigos simulando nuestras salidas nocturnas.
Lo más importante para mí durante la cuarentena ha sido mantenerme fiel a lo que soy, dejar mis sentimientos a flote. Sentir ansiedad, tristeza, desesperación e incertidumbre está bien, somos humanos, es inevitable reaccionar ante situaciones como la pandemia actual. Debemos estar agradecidos por todos aquellos que están enfrentado y arriesgando su vida para salvar a todos los infectados. Tengo esperanza de que saldremos de esto, es el tiempo perfecto para compartir amor, esperanza y alentar a todos aquellos que no la están pasando bien.
Yo me siento bien porque me mantengo positivo, estoy dispuesto a ayudar a quienes necesiten hablar. No dejen que sus emociones los sobrepasen, guardar todo ese dolor perjudica nuestra alma y estabilidad. No desesperemos, estar juntos a distancia es un reto para todo el mundo. Esta historia debe ser contada, en nosotros recae la responsabilidad de cuidarnos. Mantengámonos en casa, todo saldrá bien.”
Aldo Emilio Monroy Contreras es estudiante de octavo semestre en la licenciatura de RCI de la UNLA
“Desde que inició la cuarentena he estado más alerta de mí, lo que me ha llevado a experimentar muchísimos cambios en mi entorno, mi itinerario, mis horas de sueño, que a su vez influyen en mis sentimientos y pensamientos. Creo que este acontecimiento me ha servido para reconciliarme conmigo, meditar, para entrenar mi mente y mi corazón. Admito que no ha sido fácil, pero reconozco que no lo hubiera podido lograr sola, que he sido muy afortunada por estar rodeada de personas que siempre me han mostrado su amor y cariño a pesar de la distancia.”
Diana Elena Soria recién egresó de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la UNLA
“La situación que actualmente vivimos a nivel mundial , derivada de la pandemia, ha dado un giro de 360° a mi vida; y sé que no sólo a la mía, si no a la de todas las personas. He podido pasar más tiempo con mi familia. No puedo negar que hay momentos complicados, ya que cada uno está acostumbrado a sus actividades; aunado a ello estamos adaptándonos a un nuevo modo de vivir, un poco más apegado a la tecnología. He tenido que realizar actividades en mi casa que antes no hacía, como ir al súper mercado o salir a realizar algunas compras, lo cual hago con gusto.
Laboralmente, mi puesto requiere de mucho contacto físico, esto para poder realizar las terapias de rehabilitación a los chicos de las disciplinas deportivas cuando presentan alguna lesión. Actualmente he tenido que tomar nuevos métodos, tener más acercamiento con ellos vía telefónica, enviándoles videos e imágenes de ejercicios que puedan realizar en casa para continuar con sus terapias que quedaron inconclusas. Debo ser muy puntual con lo que me comentan, y muy preciso en las preguntas que les realizo, para así determinar en qué proceso va su rehabilitación.
Al final del día sé que todo esto es pasajero y que nos dejará una gran lección. Pronto podremos convivir nuevamente con nuestras amistades y con nuestros compañeros de trabajo. Sé que nos convertiremos en mejores personas, más solidarios, más cuidadosos con nuestro planeta y con más apertura a lo tecnológico.”
Alejandro Justiniani Valadez es Paramédico de Equipos Representativos de la UNLA
“Es momento de demostrar que podemos hacer a un lado la aptía y diferencias para salir de las peores situaciones, o caer víctimas de nosotros mismos.”
Luis David Flores Sánchez es estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UNLA
“Siempre pensamos en un mañana. Durante toda nuestra vida nos pasamos viendo hacia el futuro, y muchas de las actividades que hacemos en nuestra vida diaria las hacemos con la certeza de que al día siguiente las volveremos a hacer: que todos los días veremos a esa persona especial, que nos levantaremos al trabajo, que iremos a la escuela a esa clase aburrida.
Ciertamente, vivimos tan ocupados en nuestras vidas, estresados por el trabajo, estresados por ganar más dinero, por algún examen difícil, preocupados muchas veces por cosas muy superficiales, y dejamos ir los pequeños momentos de nuestra vida que parecen insignificantes. Pero cuando no están, comprendemos el valor de esos pequeños momentos. Cuando la cuarentena comenzó, creí que sólo serían un par de semanas para poder descansar y pasar un buen rato con mi familia, nunca pensé que esto sería así de difícil. Ahora ya son más de cincuenta días, y aún pienso en por qué no entrené más duro la última vez, por qué no di todo en ese partido importante.
Aún puedo sentir ese pequeño cosquilleo después de encestar un triple, terminar un entrenamiento cuando ya nadie estaba en la escuela y levantarse temprano al día siguiente a clases; caminar por los pasillos y saludar a compañeros, amigos e incluso profesores, las desveladas por un examen importante o alguna tarea complicada, los viajes con el equipo, la convivencia con los compañeros después de un entrenamiento cansado, las instrucciones de nuestros entrenadores, las derrotas, pero también las victorias.
Todas esas sensaciones ahora son recuerdos y no sé cuándo vuelva a vi- virlas. Impotencia, desesperación, desmotivación, ansiedad, preocupación, tristeza... la combinación de cada uno de estos sentimientos ha hecho que tenga una confrontación conmigo mismo, preguntarme si estoy haciendo las cosas adecuadas, si he sido una buena persona, si mis actos han sido los correctos, si he aportado algo a la institución donde pertenezco, si en verdad he disfrutado a las personas que me rodean, si he dado lo mejor de mí, ya sea en la escuela, con mi equipo o como persona. Mucho tiempo para poder pensar si en verdad estoy disfrutando mi vida.
El proceso ha sido muy largo y ciertamente no sé cuándo volveré a sentir esas sensaciones, emociones, volver a abrazar a los que quiero. Al final de todo sé que nada volverá a ser como antes, y que desde este momento comenzaré a vivir cada día como si fuese el último.”
Ricardo Bastida Navarrete es estudiante de Ingeniería Civil en la UNLA
“Este confinamiento me deja muchos aprendizajes:
Agradecer porque pertenezco a un grupo privilegiado de personas que pudo vivir este retiro mundial desde la tranquilidad de su hogar, con todas las necesidades básicas cubiertas para mí y los míos. Por eso, bendita UNLA, que nos cobija en un abrazo generoso a tantas familias en tiempos de pandemia, pues hubo miles y miles de personas que tuvieron que salir diariamente a buscar el sustento con todos sus riesgos.
Para aprender. Como terrícola de este maravilloso planeta, entender: ¡Cuán vulnerables somos! No importando nuestra identidad, tuvimos que volver a nuestros orígenes, que es nuestra familia y, en el peor de los casos, a enfrentar la soledad y encarar nuestros propios demonios. Y nos dimos cuenta de que estábamos muy desconectados de lo que verdaderamente importa. Tuve que aprender duramente que, aunque nuestras familias estuvieran sufriendo, no pude alcanzarlos para darles consuelo y calor. Sé que volver a la normalidad será cambiar en la espacialidad y el tiempo, pues nuestras convivencias serán muy diferentes. Aprendí también a darle valor a la salud física y mental, pues mi sistema inmune fue puesto a prueba y pude ser positivo sin darme cuenta. Aprendí, además, que puedo cuidar mejor mis finanzas y no gastar en cosas innecesarias inventadas por mi ego y vanidad. Debo prepararme emocionalmente para enfrentar, resiliente, el regreso a la actividad con el síndrome postraumático de quien regresa victorioso de una guerra.
La conclusión es la transformación: Después de los aprendizajes, no se trataba sólo de cambiar mis hábitos y costumbres, sino de darle un nuevo sentido a mi vida. En mis creencias, ese sentido siempre será a través del amor. Puedo hablar de crecimiento, cuando conservo la salud física y emocional, cuando tengo un hogar estable, cuando puedo resolver problemas morales, cuando he consolidado a través del tiempo una red de familia y amigos que son mi bendición, pues me soportan aun en las horas más obscuras. Pero si con todos estos aprendizajes, no concilio un desarrollo humano para vivir en armonía con mi niña interior, que es la más importante de mis empresas, no habré resuelto el sentido de esta nueva oportunidad que la vida me da. Creo firmemente que el crecimiento sin el desarrollo no tiene ningún valor. Como sociedad, era necesario detenernos y retomar nuestro desarrollo humano.”
Sofía León Morales es encargada de Clases de Educación en el Deporte BUNLA y Talleres
“El confinamiento, sin duda alguna, ha sido toda una experiencia; desde que comenzó la cuarentena he experimentado varias emociones y sentimientos, algunas de ellas acompañadas de ansiedad y estrés.
Al principio fue muy difícil para mí entender que realmente no había muchas cosas que pudiera hacer para ayudar a los sectores más vulnerables, que se ven muy afectados por esta situación; pero después, con el paso de los días y al alejarme de noticias que nada más hacían que mi ansiedad, tristeza e impotencia aumentaran, comencé a comprender que, aunque no pudiera estar de manera presencial, podía aportar de distintas maneras desde mi casa ya sea realizando algunas actividades que promueven mi autocuidado, capacitándome acerca de diversos temas, entrando a grupos de apoyo y acompañamiento con personas, de otros países, o simplemente tomando un tiempo para mí, para ejercitarme y relajarme.
Hacer actividad física como lo hacía antes, ver a las chavas del equipo, entrenar, jugar y ver partidos, apoyar y gritar, son cosas que extraño mucho. Pero todas seguimos entrenando y activándonos desde casa para no perder condición y estar preparadas para el momento en que podamos regresar a jugar.
Sin duda alguna, habrá bastantes cambios cuando pase la pandemia y termine el confinamiento, y en muchas ocasiones los cambios son buenos y necesarios. Creo que es una buena oportunidad para regresar siendo personas un poco más humanitarias y empáticas.”
Yamil Ochoa Santana es estudiante de Psicología en la UNLA
“Desde que tengo memoria, la UNLA ha forjado en gran medida el ser humano que se encuentra escribiendo estas líneas, pues no sólo funge como una institución académica, sino que, gracias a las muchas clases extracurriculares, consolida al alumno, pues nos brinda una atención integral.
Tengo siete años en el equipo de animación y he formado parte de diferentes talleres, tanto deportivos como culturales, y, sin duda alguna, estar en casa me ha resultado complicado, pues al ser una persona activa, me hace sentir impotente no poder salir al mundo y retomar mis actividades diarias.
Afortunadamente, cuento con una gran familia Potro, pues las personas que conformamos un equipo representativo estamos al pendiente de las necesidades del otro, nos alentamos y nos volvemos cómplices. Nos encontramos en una situación difícil, ¿quién diría que en nuestra corta vida viviríamos una situación tan crítica como una pandemia mundial? Sin embargo, nos encontramos en el aquí y el ahora, entrenando en casa, haciendo videoconferencias con nuestra familia Potro.
Agradezco a nuestro entrenador Andrés Galván por tomar las riendas de nuestro equipo, pues nos hace esforzarnos día con día, entrenando en casa y haciéndonos ser mejores que el día anterior, enseñándonos que lo único que se necesita son las ganas y las fuerzas para salir adelante, porque sabemos que se avecinan tiempos temibles, pero que somos capaces de resolverlos y salir adelante.
Ser Potro se dice fácil, pero es una repetición constante de esfuerzo, sacrificio y mucho amor por nuestro deporte y nuestra institución. No tendríamos esta visión sin la guía de las personas que se encargan del área administrativa, porque sin ellos no estaríamos aquí y no hubiésemos llegado a poner el nombre de nuestra magnánima institución en alto.
Me gustaría agradecer al entrenador Horacio, que se encarga de las cuestiones logísticas de deportes; a Laurita, que siempre te recibe con una sonrisa y una muy buena actitud; a nuestro paramédico Justiniani, que se ha vuelto nuestro doctor de cabecera y nos cuida en cada aventura que emprendemos; a Don Efra, que siempre tendrá todo listo para las actividades deportivas; a la maestra Sofía, que, sin sus palabras de aliento, muchos flaquearíamos, y que nos arma de valor e incita a salir a defender nuestro deporte.
La profesora Claudia creo que fue, es y será la mejor líder del área de Deportes, pues no sólo nos regaña, sino que cuida que estemos sanos y fuertes para continuar con nuestros entrenamientos y nuestro día a día. Te hace sentir parte de un todo, y siempre buscará que te pongas la camisa UNLA y el Orgullo Potro. Ella fue la que me hizo formar parte de un equipo tan maravilloso como el de Animación, quien me hizo quitarme esa pena frente a las personas y a sentirme pleno y amado por un equipo al que orgullosamente le llamo familia. Gracias, Coach, por todo el tiempo brindado.
Gracias, Familia Potro, por brindarme tanto crecimiento. Pero sobre todo, gracias UNLA por brindarme este crecimiento integral.”
Luis Carlos Flores Soria es estudiante de la Licenciatura en RCI en la UNLA