Uno de los principales objetivos del bachillerato o la educación preparatoria es, como su nombre lo indica, preparar a los jóvenes para que estudien una carrera profesional en la siguiente etapa educacional: la universidad.
Como la mayoría de las personas sabe, los dos primeros años de la educación preparatoria consisten en materias de tronco común para que después los estudiantes elijan un área vocacional en la cual les gustaría concentrar sus estudios. Dichas áreas generalmente se dividen en: físico-matemático, químico-biológico, económico-administrativo e histórico-social.
Como estudiante de bachillerato, quien cursa actualmente el primer año del tronco común, estoy consciente de la importancia que tiene la decisión que al inicio de mi tercer año habré de tomar. He podido atestiguar la variedad de conflictos internos que conllevan esta decisión, ya que la mayoría de los estudiantes de preparatoria aún no tenemos una vocación definida a la cual nos gustaría dedicar el resto de nuestras vidas laborales.
Personalmente, tengo varios pasatiempos, dentro de los cuales figuran tocar música, jugar ajedrez y jugar baloncesto. Como se puede observar, los tres se pueden practicar a nivel profesional, y, si uno es muy bueno en ello, incluso ganar el dinero suficiente para vivir.
Debido a esta posibilidad, he pensado en varias ocasiones en dedicarme completamente a uno de estos pasatiempos y probar suerte en el ámbito profesional. Sin embargo, con este pensamiento también viene otro, cuyo sustento es más lógico y objetivo, en tanto que establece el requerimiento de un talento extremo para obtener el éxito en profesiones artísticas-culturales-deportivas como las que fueron mencionadas arriba, ya que su industria es muy exigente y competitiva, por lo que es muy complicado lograr abrirse paso por la misma.
A pesar de este dilema y la conclusión que podría ser obvia, no he dejado de considerar la opción de dedicarme profesionalmente a uno de mis pasatiempos. No obstante, si algún día llego a hacer lo mencionado anteriormente, considero que es de gran importancia tener algún tipo de respaldo en caso de no conseguir el éxito. Este respaldo podría ser un título profesional en una carrera que no dependa totalmente del talento, sino de otras capacidades académicas.
Para poder decidir qué área del bachillerato tomar, la Universidad Latina de América (UNLA) ofrece varias actividades que pueden servir para encontrar una vocación, como los talleres culturales, los cursos para obtener nuevas habilidades, las sesiones de tutorías. Además de esto, el departamento de CPS (Centro de Orientación Psicológica) de la UNLA nos ofrece a los alumnos de esta institución un examen de orientación vocacional, para que tengamos acceso a un recurso más que nos facilite escoger el área terminal.
En conclusión, considero que, gracias a estos recursos y posibilidades, se puede crear un plan de acción y de estudios para elegir un área terminal, que incluya recursos como el respaldo académico o el examen vocacional que ofrece la UNLA. De este modo, los estudiantes del Bachillerato de la UNLA podremos tomar una decisión concreta y de la que estemos seguros.