Por Julio Cesar Domínguez Domínguez
Mi nombre es Julio Cesar Domínguez Domínguez, soy maestro en Derecho Administrativo. Actualmente, me encuentro realizando estudios del Programa de Doctorado en Derecho que ofrece la Universidad Latina de América, en su primera generación (2021-2024), lo cual me honra y enorgullece. A continuación, describiré el tema del presente artículo: es bien sabido que, hoy en día, existe un problema realmente complicado a nivel mundial, al cual ningún país puede ser indiferente. Sí, me refiero al conflicto armado entre Rusia y Ucrania.
El origen de este conflicto es relativamente sencillo: Ucrania planeaba adherirse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y ello provocó la ira del presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien considera que Ucrania es de origen ruso y, por lo tanto, no debe unirse a organizaciones occidentales, cuyos intereses están a merced de naciones como Estados Unidos. Sin embargo, lo más trascendente del fenómeno es, sin duda, el sufrimiento y violencia que, debido al conflicto, ha padecido la población ucraniana, la cual implora ayuda al mundo entero.
No podemos ser ajenos a dicha situación. Más de tres millones de ucranianos han dejado sus hogares, según las Naciones Unidas, y se han refugiado, en su mayor parte, dentro de países aledaños. Poco a poco, también han comenzado a arribar al continente americano, específicamente, a la frontera de México-Estados Unidos. Se dice que 310 ucranianos han llegado a Tijuana, Baja California, para ingresar a territorio estadounidense. La cifra podría aumentar en las próximas semanas.
La frontera de México-Estados Unidos se caracteriza por ser una zona que millones de personas cruzan anualmente, a fin de buscar mejores condiciones de vida, de perseguir el sueño americano. Aunque dicha frontera suele cerrarse para las personas que buscan refugio, los civiles ucranianos se han dado a la tarea de ingresar solicitudes o documentos a los mandos fronterizos, y han logrado entrar a Estados Unidos, ya que las autoridades de este país lo han permitido. Los refugiados ucranianos cuentan con un año de estancia en suelo estadounidense, es decir, no serán obligados a irse hasta 2023.
Sin embargo, la población rusa que ha decidido migrar a Estados Unidos no ha tenido la misma suerte, pues las autoridades de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de la nación han autorizado sus solicitudes de asilo, bajo el criterio de proteger la salud pública. Los migrantes rusos y ucranianos mantienen un campamento en la ciudad de Tijuana.
En el caso de México, la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila, indica que su gobierno se encuentra en la mejor disposición de ofrecer refugio tanto a la población rusa como a la ucraniana, incluso ha dispuesto albergues para tal fin. De igual manera, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha comentado que nuestro país es pacifista, y que sus puertas estarán siempre abiertas para las personas que requieran asilo o apoyo.
Lo cierto es que, a pesar de la ayuda que reciben los refugiados, el verdadero problema radica en que la guerra Rusia-Ucrania no se detiene y cada vez cobra más fuerza, lo que podría derivar, más adelante, en un exceso de migrantes que dificultaría la situación política, económica y social de nuestro país.
Por ejemplo, si existen más refugiados de lo esperado, Estados Unidos podría endurecer las normas de acceso en su frontera con México. Es posible que ello ocasione atropellos y violación de sus derechos. Al no poder entrar a nuestro país vecino, los migrantes podrían quedarse en México. Esto implicaría problemas de vivienda, empleo, seguridad, etc. La solución es que los gobiernos de ambas naciones mantengan un buen control del número de refugiados en la frontera y de su ingreso a Estados Unidos o México, respetando siempre los derechos humanos. México debe prepararse ante un posible aumento de refugiados en su territorio, en el caso de que ellos elijan permanecer en él.
No obstante todo lo que podría suceder en un tiempo no tan lejano, hay que apoyar a los refugiados rusos y ucranianos. Quieren vivir en paz y tener una buena calidad de vida, sea en México, Estados Unidos u otros territorios. La población civil merece respeto y el mejor trato humano posible.
Hay que detener la guerra. La OTAN ha de buscar acuerdos más concretos con los presidentes de Ucrania y Rusia, Volodimir Zelenski y Vladimir Putin, respectivamente; que favorezcan a ambas partes. ¿Para qué seguir buscando culpables? En pocas palabras, la paz aún es posible.
Agradezco infinitamente a la Universidad Latina de América, por la oportunidad brindada, y a la coordinación del Programa de Doctorado en Derecho, por su apoyo en la realización de este artículo.
Referencias:
El Sol de México. (17 de marzo de 2022). “Migrantes rusos y ucranianos montan campamento en Tijuana”. Recuperado de https://www.elsoldemexico.com.mx/mexico/sociedad/migrantes-rusos-y-ucranianos-montan-campamento-en-tijuana-8005915.html
Solomon, D. y Afanasieva, D. (16 de marzo de 2022). “EU recibe a ucranianos que huyen de la guerra desde la frontera con México”. Staff Forbes. Recuperado de https://www.forbes.com.mx>mund...