Por Miroslava Escobedo Leyva
A punto de concluir este capítulo, con emociones encontradas, atravesando una pandemia, con altas y bajas, con algo más que solo conocimientos en el haber, pero sobre todo estoy con ánimo de seguir creciendo profesional y personalmente. Si hacemos un recuento hay mucho por agradecer, resaltar y otro tanto por mejorar, pero ¿qué sería de nosotros si todo fuese perfecto?
La Maestría en Derecho Constitucional fue un reto personal, profesional y académico, que comenzó bajo una antigua normalidad en la que acudimos a clases presenciales, rodeados de compañeros, con los maestros cerca y en un ambiente seguro.
Con el transcurrir de los meses ninguno de nosotros imaginaba el revés que nos daría la vida; una nueva manera de estudiar vía remota nos atrapó, nos vimos obligados a cambiar nuestra forma de aprender, sin embargo, la calidad educativa de los profesores y la excelencia de nuestras clases permaneció.
Sin imaginarlo, la Maestría concurrió con el suceso histórico de la pandemia por el COVID-19, que implicó no solo un cambio en la impartición de clases, sino también en la concepción del derecho, de los sistemas políticos, y por supuesto del andamiaje constitucional, lo cual nos dio abundancia de temas nuevos por abordar, y desarrollar durante el curso.
Reconozco enormemente a los docentes de la Maestría, porque la experiencia, el talento, y el conocimiento con que cuentan son incomparables, destacando además el hecho de que cada uno de ellos es especialista en la materia que imparte, y sobre todo su capacidad de adaptación, pues clara muestra de ello es la capacidad que tuvieron de acompañarnos en este desafiante y nuevo proceso de aprendizaje.
El poder conocer de primera mano los acontecimientos y hechos trascendentales para el derecho en México y en el mundo, en voz de sus protagonistas es algo que no tiene precio.
La elección es tuya, pero créeme cuando te digo que estudiar la Maestría en Derecho Constitucional en la UNLA, será una de las mejores decisiones que puedes tomar. El futuro es incierto, pero, sin duda, las herramientas aprendidas durante la maestría serán súper útiles para mi vida profesional, para hacer frente a la incertidumbre, pero con la seguridad de la excelencia educativa.
Reconozco y agradezco el esfuerzo de los docentes, administrativos, coordinadores, y de todas las personas que participaron a lo largo de este proceso. Deseo que la Universidad Latina de América continúe siendo un lugar libre, seguro, diverso, respetuoso, responsable, solidario, abierto, tolerante y, sobre todo, que siga dando espacio a la crítica y el diálogo, donde todos seamos bienvenidos, y tengamos la oportunidad de ser y formar parte de una comunidad.
Así como el título lo dice, me voy, pero me quedo con todo lo aprendido, lo vivido y la experiencia de haber estudiado en una de las mejores maestrías en Derecho Constitucional del país.