Por Yuritzi Fuentes Uribe
Alumna de la Maestría en Planeación y Ordenamiento Territorial Sostenible de la UNLA
El ritmo de vida actual es individualista, nos deshumaniza. Esto provoca conductas como estacionarse en doble fila o en lugares prohibidos, no respetar los pasos peatonales, los carriles vehiculares y normas de tránsito. Día a día, se cometen dichos actos en nuestras ciudades, por comodidad, desconocimiento de los reglamentos de tránsito o falta de empatía.
Es de suma importancia sensibilizarnos, hace falta difundir la cultura y educación vial. En este sentido, las estrategias de los gobiernos son de gran importancia. Desde la niñez, se pueden forjar buenos hábitos, recuperar temas de civismo, reforzar las buenas prácticas e inhibir las conductas nocivas.
Los individuos que son multados por realizar acciones prohibidas en los reglamentos de tránsito generalmente aprenden la lección y dejan atrás este tipo de prácticas, pero se requiere que sean vigilados y sancionados en cualquier punto de la ciudad, no solamente en determinadas zonas.
Nuestra sociedad se transforma, así como la forma de moverse en la ciudad, por lo que es menester revisar cómo otras ciudades han asimilado nuevos dispositivos de movilidad que no sean motocicletas y/o bicicletas. El primer paso es educar y sensibilizar a nuestras autoridades, para que apoyen estos nuevos sistemas de movilidad urbana.
