Por: Ada Julieta Espinoza Álvarez, psicóloga del Centro de Orientación Psicológica de la UNLA
Solemos hacer diversos rituales en la última noche del año en curso antes de recibir el nuevo año. El Año Nuevo representa un nuevo capítulo en nuestra vida, y aunque el 01 de enero es igual a cualquier otro día del calendario, con las mismas 24 horas, un Año Nuevo se presenta como una página en blanco, un nuevo comienzo, que puede ser motivo de reflexión acerca de lo pasado y oportunidad para el porvenir.
Un ritual muy común es el pensar y escribir los propósitos que queremos cumplir en el transcurso del año que está por entrar. Algunos propósitos son nuevos, otros son repetidos de años previos que no se han logrado cumplir. Pero, ¿por qué repetiremos cada año el mismo propósito que no se cumple? Esto último, puede llegar a convertirse en una procrastinación, es decir, algo que se propone con todo el entusiasmo del mundo, pero al no realizarlo, se convierte en algo que se aplaza, no se cumple y se torna en una pesadilla, jugando como un fantasma que no te permite continuar, que te estanca, que llega a generar todo lo contrario del objetivo inicial de ese propósito, detonando un sentimiento de culpa, de fracaso, de fallo.
Por ende, es importante tener presente que el creer que la felicidad depende de tener equis cantidad de propósitos puede perjudicarnos más que beneficiarnos, ya que esto implica el creer que los seres humanos no tenemos ambivalencias, cuando realmente nosotros somos seres contradictorios y ambivalentes. Un día deseamos una cosa, pero al día siguiente el deseo se puede transformar en la contrariedad, y es completamente normal.
Por ello, te invito a cuestionarte sobre qué de lo siguiente, consideras más importante para ti y tu vida: ¿Tener equis cantidad de propósitos o el saber qué deseas? Es decir, escuchar nuestro deseo, sin enclaustrarnos en solamente los propósitos escritos. Ahora, te pregunto, ¿qué deseas en tu día, en tu mes, en tu año?
Identifiquemos y escuchemos nuestro deseo, para que esto nos lleve a caminar hacia la construcción de un año de nuestra vida, y que al momento de llegar a la última noche del año en curso, tengamos la sensación de que hemos realizado el trayecto que queríamos, y sobre todo que deseábamos.
Si año tras año tienes en tu lista de propósitos alguno o varios que no has cumplido, te invito a cuestionarte, ¿realmente deseas tú aquello que escribiste? En caso de que sí, ¿qué no te permite construir ese deseo? ¿Será un deseo mayor?
