Por: Ricardo Murillo Murillo, estudiante de la Maestría en Mercadotecnia
¿De qué forma percibimos algo? ¿Qué define lo que entendemos cómo realidad? ¿De qué modo definimos lo que entendemos como ética o valores? Existen multitud de posturas para responder a estas tres preguntas. Estos enfoques van desde lo situacional, cultural, hasta cosas tan complejas como el propio funcionamiento del cerebro humano; cada persona tiene su forma particular de entender estas cuestiones y ninguna es incorrecta del todo.
La verdad objetiva tiene la última palabra en el mundo real, pero no es sino el pensamiento surgido con relación a nuestras experiencias lo que define cómo se comportarán los acontecimientos. Esta relación realidad-emoción van de la mano desde que los primeros humanos fundaron sus primeras comunidades.
La Mercadotecnia parte del mismo principio, un mercadólogo durante su trayectoria buscará descifrar cómo entender a las personas; la diferencia entre alguien que cree tener una buena idea, pero no tiene el cómo llevarla a cabo, y alguien que tiene una mala idea, pero tiene un medio para llevarla a cabo. Este es uno de los grandes problemas dentro de una empresa o un negocio: ¿qué es una buena idea? ¿Cómo lo determinamos?
Dejemos claro esto: una buena idea no es necesariamente una obra de caridad, como tampoco lo es un negocio que busca generar ingresos expandiéndose a otras áreas. Las ideas y preconcepciones que parten de la ética, como la replicación de modelos comerciales que han probado ser exitosos, no siempre hablan bien de una empresa, pero la magia de estas preguntas es que nunca hay una respuesta definitiva; el comprender cómo, cuándo y por qué es buena idea hacer algo es la base de un negocio exitoso, y el marketing hace justamente eso: sentar las bases de negocios de éxito.
Entender cómo se hace es un tema más complicado, y no podríamos abarcarlo en este breve escrito; lo que sí podemos explicar es que, por medio de los números, gráficas, modelos de investigación y, sobre todo, una creatividad sin límites, podemos entender una parte del mundo que nos rodea. Ninguna respuesta es definitiva, ninguna respuesta es del todo correcta, ninguna respuesta comprende todos los valores aplicables, no obstante… ¿Alguna respuesta puede aspirar a ese ideal?
El valor de la humanidad se basa no en la perfección, sino en la constante búsqueda de la verdad, dejemos a los números que sean números, aprendamos a interpretarlos, aprendamos a amarlos, pero también aprendamos a amar las ideas, la búsqueda, la duda, la incertidumbre, esa es la base tanto del mercadólogo, el cual es artista de su propio medio.
Mi mensaje a aquellos que buscan estudiar la maestría en Mercadotecnia es el mismo que de seguro se intuyerá a lo largo de este escrito, sean creativos, sean analíticos, encuentren el amor en aquello que les apasione y, sobre todo, es prudente recordar que «Roma no se construyó en un día”.
