Posiblemente en algún momento has llegado a experimentar ciertos síntomas relacionados a la ansiedad, hasta podría asegurar que en este año de pandemia lo llegaste a experimentar en diversas ocasiones por todos los cambios que tuvimos en nuestras áreas de vida.
La ansiedad es la más común y universal de las emociones. Es una sensación o un estado emocional normal ante determinadas situaciones, que constituye una respuesta habitual a diferentes situaciones cotidianas estresantes. Tan solo cuando sobrepasa cierta intensidad o supera la capacidad adaptativa de la persona, es cuando la ansiedad se convierte en patológica y provoca malestar significativo con síntomas que afectan tanto al plano físico, psicológico o conductual.
Todos enfrentamos ansiedad personal y miedos que son parte de nuestra vida cotidiana, pero si estos son permanentes, abrumadores e interfieren de forma drástica y de una manera desproporcionada y demasiado prolongada, constituye una ansiedad patológica.
Es importante entender a la ansiedad como un estado emocional displacentero, cuyas causas resultan menos claras, que en ocasiones se acompaña de alteraciones fisiológicas y de comportamientos similares a los causados por el miedo. A veces podemos confundir miedo con ansiedad o viceversa, por lo que te comparto el concepto de cada uno para aprender a identificar nuestro sentir principal:
Miedo: respuesta emocional, fisiológica y conductual normal ante situaciones que implican peligro para el sujeto.
La ansiedad normal es adaptativa a las circunstancias de la vida. Ayuda a las personas a prepararse, practicar y ensayar de forma que mejore su actividad ayudándoles a adoptar las oportunas medidas de prudencia frente a situaciones peligrosas.
Ansiedad patológica: temor vago de una situación real y en ocasiones irreales. Genera malestar y alteraciones funcionales.
Algunos síntomas de la ansiedad son los siguientes:
- Inquietud o sensación de estar atrapado o con los nervios de punta;
- Facilidad para fatigarse;
- Dificultad para concentrarse o quedarse con la mente en blanco;
- Irritabilidad;
- Tensión muscular, y
- Problemas de sueño (dificultad para dormirse o para continuar durmiendo, o sueño inquieto e insatisfactorio).
En algún momento, ¿has llegado a sentir los criterios mencionados previamente y te ha costado manejarlos?
A continuación, el Centro de Orientación Psicológica de la UNLA te compartirá algunas técnicas para el manejo de la ansiedad:
-Hacer una relajación rápida y/o un ejercicio de respiración;
-Relajación profunda (puedes buscar en google/youtube: técnicas de relajación muscular);
-Controlar el tiempo, si tiene tendencia a enfadarse a ciertas horas cuando habla con alguien, por ejemplo de noche, intente hablar con esa persona en distintos momentos del día;
-Si ciertas cosas te detonan ansiedad, quizá puedas evitarlas, por ejemplo, no vayas a hacer la compra cuando sabes que quedarás atrapado en un atasco de tráfico;
-Cuenta hasta diez antes de responder;
-Ve a dar un paseo rápido;
-Pregúntate en el momento “¿Por qué me está enfadando esta situación?”, o
Para ayudar a determinar si una preocupación se refiere a un problema basado en la realidad puede preguntarse lo siguiente:
¿Tengo alguna prueba real de que la preocupación es sobre un problema inmediato?
¿Tengo alguna prueba de que el problema sobre el que me preocupo aparecerá en un futuro próximo?
¿Me estoy preocupando por un problema que, de hecho, no existe en realidad?
A continuación es importante determinar si se refiere a un problema modificable: ¿He resuelto alguna vez un problema como este? ¿Podría resolverlo actualmente?
Algunos pensamientos negativos frecuentes acerca sí mismo/a, son por ejemplo: “Soy malo/a”, ”No caigo bien a nadie”, ”No sirvo para nada”, ”No soy atractivo/a”, ”Soy un/a inútil”, ”La gente me rechaza”, “Soy una carga para mi familia”.
Los pensamientos negativos tienden a ser automáticos. Los pensamientos muchas veces no son razonables y son poco realistas, cuanto más les crea y acepte los pensamientos negativos, peor se sentirá. Atrape esos pensamientos y escríbalos.
Estos son algunos métodos que puedes aplicar al momento de sentir ansiedad e ir trabajando en ello poco a poco. Sin embargo, para que exista una mayor mejora es necesario iniciar un proceso psicoterapéutico en el cual podrá trabajar estas situaciones conflictivas con profundidad.
Te recordamos que en el Centro de Orientación Psicológica de la UNLA, contamos con un directorio de expertos y profesionales psicoterapeutas, del cual podemos compartirte un contacto que sea más acorde a tus necesidades.
Por último te recuerdo que es importante conocerte, comprenderte, escucharte, acompañarte y no juzgarte.
Referencias:
Association, A. P. (2014). Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-V. Médica Panamericana, Madrid. Obtenido de http://www.bibliopsi.org/docs/carreras/obligatorias/CFP/psicoterapias/etchevers/1%20primer%20cuatri%202020/DSM%205%20-%20Trastornos%20de%20ansiedad.pdf
Odalis Fernández López, B. J. (2012). Revista Electrónica de las Ciencias Médicas en Cienfuegos. Obtenido de Manual para diagnóstico y tratamiento de trastornos ansiosos: http://scielo.sld.cu/pdf/ms/v10n5/ms19510.pdf
Salud, S. A. (Agosto de 2013). Guías de autoayuda para la depresión y los trastornos de ansiedad. Obtenido de https://consaludmental.org/publicaciones/Guiasautoayudadepresionansiedad.pdf