Por: Francisco Gamaliel Arias Romo, estudiante de séptimo semestre de la licenciatura en Psicología
Iniciar una nueva etapa en la vida siempre trae consigo emociones encontradas y desafíos. Cuando ingresé a la UNLA, sin duda, una nueva etapa estaba por comenzar. Mi experiencia en la Universidad Latina de América como estudiante de Psicología ha sido un viaje lleno de aprendizaje y descubrimiento. Ingresé por equivalencia al quinto semestre, enfrentándome a un horario de clases muy diverso, que abarcaba en ocasiones mañanas, tardes y noches. En este pequeño blog, compartiré cómo los maestros, el director de carrera y el ambiente estudiantil en la UNLA en general han influido positivamente en mi proceso educativo y social; también, el cómo el estudio de la Psicología en esta escuela me ha hecho adquirir conocimientos hasta inesperados de esta gran carrera.
Un nuevo desafío siempre viene con nuevas oportunidades
Al ingresar a la UNLA, como estudiante de Psicología en el quinto semestre, enfrenté el desafío de adaptarme rápidamente a un nuevo entorno académico y a un plan de estudios que, aunque desde un inicio supe que era bastante completo, sabría que sería pesado. Aunque tenía ciertas expectativas sobre cómo sería estudiar Psicología en la UNLA, descubrí que esta disciplina se aborda de una manera única y enfocada en la práctica y, sobre todo, en la evidencia. Esta revelación, aunque en un principio (y todavía en ocasiones) me confundía bastante, me emocionó y motivó muchísimo más, dándome un panorama más amplio sobre los temas generales, y al mismo tiempo para explorar más a fondo las diferentes áreas de la psicología que se nos presentaban.
Durante mis mañanas en la escuela, tenía la oportunidad de asistir a las clases que me faltaban por acreditar las cuales van por parte de la UNLA, y que, al parecer, todas las carreras, independientemente de cuál sea, tienen que cursar: Inglés nivel 5 y AID (Área de Integración Disciplinar). También tenía una materia que pertenece a mi carrera, Problemas Sociales de México, estas tres asignaturas eran completamente distintas en su enfoque, aunque la de AID y Problemas Sociales llegaron a tocar temas relacionados, de igual forma, las tres resultaron ser experiencias sumamente enriquecedoras y divertidas.
En primer lugar, las sesiones de inglés eran un espacio lleno de dinamismo y diversión. Nuestro profesor, Carlos, se esforzaba por convertir cada lección en un momento interactivo, fomentando la participación activa de todos los estudiantes. A través de juegos, debates y actividades prácticas, logramos mejorar nuestras habilidades lingüísticas de una manera que resulta muy amena y natural. Además del aprendizaje del idioma en sí, recuerdo la experiencia con cariño por varias razones. Esta fue la primera vez que asistí a una clase en mi primer día de universidad, y la recibí de una manera muy cordial y amable por parte de todos. A lo largo de las sesiones, también pude establecer lazos significativos con muchos compañeros.
Por otro lado, las clases de AID llamaban bastante mi atención por su diversidad y enfoque en temas de interés social. En estas clases nos reuníamos estudiantes de todas las carreras y semestres, lo que nos permitía ver las diferentes perspectivas y enfoques que cada disciplina aportaba. En mi primer semestre en esta escuela, me tocó cursar una materia llamada La Condición Humana, la cual inicialmente captó mi atención por la manera en la que el profesor Víctor, inició especialmente la primera clase con un juego que terminó por confundirnos a todos, pero, una vez que desciframos el acertijo, todo era risas y diversión. Pero bueno, en ella, exploramos y reflexionamos sobre lo que representa ser humano: nuestras emociones, relaciones sociales y la responsabilidad que tenemos hacia nosotros mismos y la sociedad. Estas discusiones me impulsaron a cuestionarme y a comprender mejor mi propio papel en el mundo.
Además de la riqueza académica, en las clases de AID, forjé amistades con personas que, de otra manera, nunca hubiera conocido. El entorno que se crea en este tipo de clases es distinto a cualquier otra materia, haciendo que la manera en la que se compartían ideas, experiencias y sueños, fuera mucho más dinámica y agradable; debido a la misma apertura y propósito de la clase, debatir abiertamente sobre cualquier tema relacionado con el ser humano.
También tomé la clase de Problemas Sociales de México, una experiencia que enriqueció aún más mi tiempo en la escuela. Esta materia me permitió adentrarme en la realidad social de mi país y comprender de manera más profunda los desafíos que enfrentamos como sociedad.
Lo interesante de esta clase fue que pude compartir aulas con compañeros de mi misma carrera, pero de un semestre más abajo. Esta mezcla de estudiantes de diferentes niveles se me hizo muy interesante y sin duda favorecedora para mi aprendizaje. También me gustaban los debates y las discusiones a los que siempre nos incentivaba a participar la maestra Elvira, ya que cada uno aportaba sus propias perspectivas y conocimientos.
Explorando cuestiones tales como la desigualdad, la pobreza, la educación y la violencia, todos ellos relacionados con la dinámica de la sociedad mexicana, nos adentramos en un análisis profundo de los dilemas sociales que arraigan en México desde su origen. Los intercambios apasionados en el aula avivaron nuestra motivación para reflexionar y, sobre todo, para plantearnos interrogantes acerca de nuestro rol como futuros profesionales y seres humanos en la edificación de un país mejor, más equitativo y justo.
Así, entre las clases de inglés nivel cinco, la clase de AID y Problemas Sociales de México, mis mañanas en la escuela estuvieron llenas de aprendizaje, convivencia y crecimiento personal. Estas asignaturas no solo me permitieron acreditar algunas de las tantas materias pendientes, sino que también contribuyeron a formar una experiencia académica integral y verdaderamente significativa, donde el aprendizaje trascendió más allá del salón de clases y dejó una gran huella en mi desarrollo como estudiante y como ser humano.
Conociendo grandes personas
Al llegar al que sería mi salón principal por el resto del semestre, mi primer día de clases comenzó con la asignatura de Psicología Social. Fue sumamente emocionante y lleno de expectativas, aunque, para ser honesto, también estaba algo nervioso, ya que era mi primera vez interactuando con mis nuevos compañeros. Poco sabía que ese día sería el punto de partida para forjar grandísimas amistades que perdurarían en el tiempo y que espero que lo sigan haciendo.
En la clase de Psicología Social, trabajamos en equipos, realizamos dinámicas y discutimos sobre diversos temas que abarcaban desde la influencia de los grupos en el comportamiento humano hasta los procesos de interacción de los mismos. Estos debates, así como actividades que involucraban hablar de cosas un poco más personales para cada uno de nosotros, no solo nos permitieron entender la teoría, sino también aplicarla en situaciones de la vida real, lo que fortaleció nuestros lazos y nos llevó a conocernos mejor. Esto era algo que el profesor Javier siempre tuvo la iniciativa de realizar y, que personalmente, fue una persona que me brindó su apoyo en diversos temas académicos como personales, a mí y a más compañeros.
Por las tardes, continuaba con mi larga jornada diaria tomando, de forma variada entre los días de la semana, tres asignaturas relacionadas con la psicología. La Psicología Laboral se convirtió en un interesante estudio sobre el comportamiento humano en el ámbito del trabajo. Junto con la maestra Katia exploramos temas como la motivación, liderazgo y satisfacción laboral, lo que me proporcionó una visión más completa de cómo las personas se desenvuelven en su entorno laboral, una materia sumamente interesante, ya que, en un sistema en el que se busca la eficiencia laboral, siempre será muy necesario el ámbito psicológico de cada trabajador.
La Psicometría, por su parte, me adentró en el mundo de las pruebas y evaluaciones psicológicas. Aprendimos a diseñar y aplicar distintos tipos de tests, comprender los resultados y su importancia en la toma de decisiones en diversos contextos. Fue una materia desafiante, pero gratificante, ya que la maestra Karina, con su amabilidad y paciencia, siempre mostró tener las herramientas de enseñanza con las que me permitió entender un poco mejor cómo se mide y evalúa el comportamiento humano desde una perspectiva científica.
Finalmente, la asignatura de Metodología Cualitativa fue una experiencia enriquecedora. Aprendimos técnicas para recopilar y analizar datos de manera más profunda y comprensiva, lo que resulta esencial en la investigación psicológica. Esta asignatura me brindó herramientas valiosas para llevar a cabo estudios cualitativos en el futuro y profundizar en áreas de interés dentro de la psicología. Además de que el profesor Roberto, gran antropólogo, siempre hizo notar su pasión por la materia, por la investigación y por los fenómenos que decidimos estudiar a lo largo del semestre, llevándonos incluso a viajes de práctica para el reforzamiento de conocimiento de la materia.
Desde el comienzo, los profesores se mostraron amables y accesibles, siempre dispuestos a brindar su ayuda y orientación. Nunca me sentí desplazado o perdido, ya que estaban dispuestos a responder a todas mis preguntas y aclarar cualquier duda que pudiera surgir en el proceso de adaptación esta nueva vida universitaria.
A lo largo del tiempo, me enfrenté a situaciones en las que no pude asistir a algunas clases debido a compromisos personales o problemas de salud. Sin embargo, la comprensión que recibí de los profesores fue reconfortante. Entendieron mis circunstancias y me proporcionaron el material y los recursos necesarios para mantenerme al día con los contenidos académicos. Su flexibilidad no solo me permitió continuar mi aprendizaje sin contratiempos, sino que también me brindó más confianza para enfrentar cualquier obstáculo que pudiera surgir en el camino.
Más allá de lo académico, también encontré oportunidades para establecer lazos significativos con algunos de mis profesores. En ocasiones, compartíamos nuestras experiencias diarias y cómo nos sentíamos, creando un ambiente de confianza y empatía que enriqueció mi experiencia educativa. Estos momentos de conexión humana me recordaron que mis profesores no solo eran mentores y educadores, sino también personas con sus propias historias y perspectivas.
El director de mi carrera, Víctor, sin duda ha sido un apoyo incondicional durante mi tiempo como estudiante de Psicología. Su dedicación para guiar y orientar a los estudiantes es notoria. Desde el principio, nos brindó una visión clara de las oportunidades y retos que nos esperaban como futuros psicólogos.
Gracias a sus consejos y orientación, he podido establecer metas claras para mi futuro académico y profesional en el campo de la Psicología. Me alentó a participar en proyectos de investigación y a asistir a conferencias y eventos relacionados con la Psicología. Su apoyo ha sido, en definitiva, fundamental para fortalecer mi identidad como estudiante de dicha carrera, y para enfrentar los desafíos académicos con confianza.
Agradecimientos
En conclusión, mis días en la escuela estuvieron llenos de aprendizaje y descubrimiento, tanto en las clases como en las relaciones con mis compañeros. Desde la primera clase de psicología social, donde comenzó gran parte de mi vida estudiantil y establecí significativas conexiones, hasta las tardes dedicadas a psicología laboral, psicometría y metodología cualitativa, cada asignatura contribuyó a mi crecimiento académico y personal. Siempre estaré enormemente agradecido de la oportunidad de haber compartido esta experiencia con grandes amigos y profesores que han sido un apoyo constante en mi trayectoria estudiantil y que han convertido mi paso por la escuela en un recuerdo inolvidable.
Mi experiencia en la UNLA como estudiante de Psicología sin duda ha sido fascinante y llena de aprendizajes. A través de los desafíos y oportunidades que se me presentaron al ingresar por equivalencia y estudiar una carrera que me ha revelado facetas inesperadas, he crecido tanto en mi formación académica como en mi desarrollo personal.
El enfoque práctico y aplicado de la Psicología en la UNLA me ha brindado una perspectiva única sobre esta fascinante ciencia, y me ha preparado mucho mejor para enfrentar los retos del mundo laboral. La accesibilidad y apoyo de los maestros, el director de carrera y mis amigos, han sido fundamentales para mi crecimiento y éxito académico.
Además, las conexiones sociales importantes que he establecido con más compañeros de todas las clases a las que he tenido la oportunidad de tomar, me han inspirado y motivado para seguir explorando el vasto mundo de la Psicología, y demás carreras, para contribuir de manera positiva en mi comunidad y en la sociedad en general.
Sin duda, mi experiencia en la UNLA ha sido un viaje de aprendizaje, autodescubrimiento y crecimiento personal que me ha preparado para enfrentar con entusiasmo los desafíos que me esperan en mi carrera como psicólogo. Estoy muy agradecido por todo lo que he aprendido y emocionado, por lo que el futuro me depara en el apasionante mundo de la Psicología.