Por: Ilse Paola Sánchez Ruíz, psicóloga del Centro de Orientación Psicológica UNLA
Uno de los motivos de consulta más repetitivos y habituales que se despliegan en las orientaciones psicológicas o sesiones de terapia psicológica dentro (y fuera) de la universidad es el tema del amor, desamor, y todo lo que implica relacionarse sexoafectivamente con alguien en la actualidad, cosa que no es una tarea fácil.
Anteriormente, era más sencillo establecer relaciones amorosas, ya que no existían tantas formas de relación; o eras novia o no eras novia de alguien; aunque los amigos con derechos ya existían, estas relaciones no eran tan comunes como ahora… Ya no solamente eres novia, novio o novie, ahora existen los «casi algo», los «quedantes», los «free», aunado a que la forma de vincularse ha cambiado mucho; ya no hay un rol fijo ni claro que te dice qué hacer y qué no hacer en una relación como si tuviéramos un manual en la mano que nos hiciera la vida más fácil a la hora de relacionarnos. Ahora las relaciones se construyen a base de acuerdos muy puntuales en las relaciones particulares que establecemos.
Las relaciones sexoafectivas son tan complejas, porque sabemos que cuando hablamos de sexualidad no únicamente hablamos de la genitalidad, hablamos de un sinfín de cosas muy relevantes que constituyen la identidad y forma que uno o una tiene para desenvolverse en el mundo.
La sexualidad es una dimensión fundamental del ser humano, ya que además del sexo (con lo que se nace) existe el género, las identidades de sexo, la orientación sexual, el erotismo, la vinculación afectiva, el amor y la reproducción. Todas estas formas nos dan pistas para ubicar lo que queremos con relación a los otros y a nosotros y nosotras mismas. Sin embargo, es complejo entablar una relación libre de conflictos o incluso libre de sufrimiento, porque la misma diversidad y diversificación de posibilidades hace que las cosas puedan ser ambiguas o inciertas, y eso produce mucha angustia en los jóvenes actuales, porque muchas veces se preguntan en consulta: ¿Pero qué quiere de mí?, ¿por qué hace tal o cual cosa?, ¿qué espera que yo haga? Pero es muy complejo que lleguen a preguntarse: ¿yo qué quiero de esa persona?, ¿por qué yo permito o no permito tal cosa? Y sobre todo: ¿qué quiero hacer y permitir en esta relación?
A lo anterior, he notado que es muy común mirar afuera y no adentro; poner mucha atención a lo que la otra persona hace o no hace, a lo que dice o no dice, pero es muy complejo mirar los propios afectos, comportamientos y deseos y eso en muchas de las ocasiones nos trae más sufrimiento que el originado en lo que la otra persona pueda hacer o no hacer, porque le adjudicamos a esa persona la responsabilidad de nuestro sentir, pero ¿qué tanto nuestro propio sentir tiene mucho que ver con lo que decidimos, elegimos y permitimos?
En la actualidad, donde es tan complejo relacionarse, algo fundamental para establecer relación es partir de nosotros, conocernos y hacernos cargo de nosotros o nosotras… no es tarea fácil, pero podemos empezar a poner atención a lo que nos gusta o no nos gusta, lo que podemos tolerar, lo que no y qué estamos haciendo nosotros para que una relación sea de tal o cual manera. Reconocer cuáles son nuestros negociables y nuestros no negociables es una forma de empezar, ya que es importante tener claro qué podemos permitir y qué no, pero también qué aspectos de nosotros mismos pueden favorecer o entorpecer una relación amorosa. Asumir nuestra responsabilidad también es fundamental a la hora de relacionarnos con las otras personas, porque sí, esta persona puede influir e impactar la forma en la que puedo sentirme, pero yo también puedo tener ese mismo impacto en ella.
Y tú, ¿qué haces para cuidar de ti y de la otra persona a la hora de relacionarte?
Referencias
(2022). Guía informativa UPC. Afectividad y sexualidad. Recuperado en https://www.upc.edu.pe/servicios/orientacion-psicopedagogica/documentos/afectividad-y-sexualidad.pdf
Luterau, L. (2022) Adiós al matrimonio. Argentina: Paidós.
