Por: Alejandro Ruiz, psicólogo del área de CPS
Cada vez es más común que escuchemos frases como: «todos necesitan ir al psicólogo», «la terapia debería formar parte de la canasta básica» o la que yo considero más inquisidora: «ve a terapia». Explicando un poco acerca de por qué me parece por momentos así, tiene que ver en que el uso de tal expresión rara vez está en un genuino interés por la salud psicológica de la persona y casi siempre la escucho en contextos en donde hay algún desacuerdo o alguna persona tiene alguna expresión emocional intensa.
También es importante señalar la constante «demanda de felicidad», en donde culturalmente estamos siendo bombardeados por la idea de tener que aspirar a ser felices y exitosos, por lo que también es frecuente escuchar el «ve a terapia» cuando las experiencias que estás teniendo no te acercan a ese par de ideas.
Esto tampoco se trata de que nadie vaya al psicólogo, sino de identificar cuándo es necesario asistir, dado que si hay situaciones, momentos y particularidaes que deben atenderse por un profesional de la salud psicológica y de no asistir podría tener complicaciones importantes en la vida personal.
Si algún punto de partida podemos tener en todo esto sería diferenciar malestar psicológico y problema psicológico. Todas las personas experimentamos pensamientos, emociones y sensaciones desagradables en algún momento de nuestra vida. Particularmente si estamos ante sucesos estresantes, cambios relevantes en nuestro entorno, pérdidas y duelos, ajustes en nuestra vida, toma de decisiones rodeadas de incertidumbre y en general cualquier proceso de aprendizaje intenso. Pero, ¿esto requiere atención psicológica? La respuesta sería que no, al menos no en un primer momento.
Experimentar malestar ante las situaciones antes mencionadas es sumamente natural: natural es estar triste si fallece nuestra mascota, es natural preocuparse si tenemos a un familiar en el hospital, es natural enojarnos si alguien no respeta los límites que le hemos establecido y un largo listado de ejemplos los cuales no requieren necesariamente una atención psicológica. Pues, aunque sean experiencias desagradables, son parte del proceso para asimilar los sucesos. No tendríamos por qué tratar de controlarlas, evitarlas y mucho menos «sanarlas», dado que no hay nada enfermo en ello.
Es probable que la persona que experimenta todo lo anterior necesite desahogarse, pero, ¿es necesario acudir a un psicólogo para ello? La verdad es que no debería ser la primera opción. El desahogo es algo que se puede realizar con nuestras redes de apoyo, como amigos, familia, pareja, etc. Sin embargo, en caso de que no tengamos o no utilicemos esas redes de apoyo, podría ser apropiado considerar como objetivo terapéutico fortalecerlas para poder desahogarnos en situaciones presentes y futuras.
Con lo anterior dicho, creo que también podemos hablar acerca de que «no tenemos que ser felices todo el tiempo», no porque sea algo indeseable, más bien, porque es insostenible. A lo largo de nuestra vida experimentaremos sucesos desagradables y forzarnos a estar bien aun cuando las circunstancias me lo impiden, solo nos llevará a invalidar el resto de nuestras emociones y frustrarnos con frecuencia. No, no todo el tiempo tenemos que estar bien. Un primer paso que podríamos dar con todo esto es aceptar el malestar, aceptar la incomodidad, el desagrado y cualquier sensación, emoción o pensamiento que no nos guste en un primer momento, pues todos son temporales y eventualmente irán disminuyendo en su intensidad. Las emociones en sí mismas son pasajeras y si abordamos efectivamente la propia emoción y lo que la provoca, no se quedará ahí de manera crónica.
Diría entonces, el malestar psicológico no requiere atención psicológica.
¿Cuándo es un problema psicológico?
Sería una pregunta difícil de responder y en los intentos de simplificarlo, habrá errores seguramente. En un primer momento, tendríamos que decir qué es cuando las estrategias que tiene alguna persona le comienzan a resultar insuficientes o contraproducentes para continuar afrontando las situaciones que le aquejan, incluso en ausencia de malestar psicológico; aunque respecto a esto último, sin malestar psicológico sería extremadamente poco usual que una persona asista a un proceso psicológico, por lo que decirle a una persona ve a terapia no sirve de nada si no presenta dicho malestar.
Normalmente, una persona que asiste a terapia, lo hace cuando ya ha usado todas sus estrategias de afrontamiento para lidiar con su malestar y este malestar sigue apareciendo, por lo que hablaríamos de cierta cronicidad en ello. También podría volverse un problema psicológico cuando las estrategias que está poniendo en marcha le están resultando contraproducentes a largo plazo; como cuando hablamos de consumo de sustancias, pérdida de redes de apoyo o que el agravamiento de sus problemas comienza a extrapolarse a su escuela, trabajo, relaciones interpersonales y su salud.
Adicionalmente, se puede asistir a un proceso psicológico cuando identificamos que lo que estamos haciendo pudiera convertirse en un problema psicológico, aunque consideremos que aún no hemos llegado ahí, siendo más un proceso de orientación psicológica que de psicoterapia.
Por último, recordemos que la psicología no se limita a los problemas de corte clínico. Será diferente la respuesta si se lo preguntas a un profesional en psicología laboral, educativa o neuropsicología. Lo mismo aplica en los diversos acercamientos que se tienen a la población, no será lo mismo un psicólogo que atiende en la individualidad, en parejas, en grupos, etc.
En conclusión, asistir con personal de psicología es importante, esa no es la cuestión, lo que sí sería importante es no banalizar el proceso psicológico, ni alarmarte por sentirte ocasionalmente mal. La terapia es una gran herramienta, por lo mismo hay que utilizarla cuando sea necesario y el tiempo que sea necesario, para poder continuar afrontando las situaciones que se irán presentando a lo largo de la vida.
Bibliografía:
Muñiz, J. (1998). La medición de lo psicológico. Psicothema, 1-21.
Ortiz, W. U. O. Ética y moral en terapia cognitivo-conductual.
Zohn-Muldoon, T. (2015). ¿Cuándo y por qué ir a terapia?.