Escrito por: L.C.F y D Héctor Alán Hernández Olivera
Es curioso pensar en cómo inició un proyecto que me ha enseñado el valor de exigir según las capacidades de los demás, exigiéndome a mí mismo mejorar y esforzarme día con día.
Al igual que para muchos, el 2022 fue un año lleno de retos y crecimiento después de una pandemia complicada. Tenía muchos sueños; sin embargo, las circunstancias no permitían concretarlos. Hasta que un día me llegó el mensaje de una exrival y amiga dentro del Flag-Football solicitando la preparación de un grupo de jóvenes de Ingeniería Civil en la UNLA, los cuales estaban interesados en participar deportivamente dentro del OlimpiaNEIC. Entonces accedí a platicar con ellos; no les voy a mentir, estaba nervioso, pero me dieron una cálida bienvenida.
Teníamos el tiempo encima, únicamente tres meses antes de la competencia, y, para ser sincero, había mucho por hacer. Así que entrenamos con dedicación y disciplina, empezando, claro, por lo básico, ya que más de la mitad del equipo no sabía siquiera de qué trataba este deporte. Fue un trabajo arduo, complejo y, claro, pesado; sin embargo, la energía, la pasión y la unión de los jóvenes lograron romper cualquier obstáculo en su camino.
Después de tres meses emprendimos nuestro primer viaje hasta Veracruz, acompañados de un grupo increíble, tanto de autoridades de la Universidad Latina de América como de alumnos y alumnas. El clima era húmedo, algo a lo que no estábamos acostumbrados. Era sorprendente cómo, sin haber iniciado nuestra participación, el equipo ya se sentía acalorado y sofocado por un clima muy distinto al que teníamos al entrenar. Iniciamos nuestro primer encuentro, del cual salimos victoriosos, y continuamos participando hasta llegar a la final. Fue una final bastante complicada, ya que el clima nos puso en desventaja contra un rival de nuestro mismo estado, el cual nos derrotó. Recuerdo perfectamente ver algunas caras decaídas, pero no pasó mucho tiempo para que los mismos alumnos que estaban en las gradas comenzaran a animar al equipo, que se contagió de esa energía y celebró un segundo lugar con sabor a primero.
Tuvimos una plática a la orilla del mar donde hicimos un recuento de lo que habíamos vivido. Dentro de la plática, un jugador en específico me dijo: "Coach, le prometemos que vamos a esforzarnos. Este año obtuvimos el segundo lugar; el próximo año nosotros seremos los campeones". Como entrenador, escuchar ese tipo de frases te motiva a esforzarte aún más para lograr una meta en común. Pasaron las vacaciones decembrinas y nos reintegramos. Iniciamos con los entrenamientos teniendo bien establecida nuestra meta. Los entrenamientos avanzaban y la OlimpiaNEIC nos sorprendió abriendo una categoría mixta. Esta vez no sería solo varonil; las niñas debutarían dentro del torneo.
Nuevamente emprendimos nuestro viaje, esta vez al estado de Durango. Iba, como en toda competencia, nervioso pero seguro de lo que habíamos practicado, sabiendo que más estados estaban listos para participar. Llegó el día de nuestros primeros encuentros. Toqué el campo, y, para mi suerte, el primer equipo que vi fue aquel que nos dejó subcampeones. Iniciamos los primeros encuentros; el equipo estaba nervioso, pero todos habíamos aprendido a utilizar esos nervios a nuestro favor, y fue así como cayó nuestra primera anotación. A partir de ahí, entramos en racha. Encuentro tras encuentro, obtuvimos victorias con marcadores muy altos. Podía ver reflejado el esfuerzo de todo el equipo. Una vez que calificamos para la final tanto en la categoría mixta como en la varonil, el resultado no cambió: nos llevamos la victoria con una diferencia de marcador muy alta. El objetivo se cumplió. Regresamos a la UNLA no con un primer lugar, sino con dos, lo cual fue bastante satisfactorio.
Al día de hoy, después de cinco años siendo coach y buscando un campeonato dentro de este deporte, estoy realizando mi debut y concretando un sueño como entrenador del selectivo de Flag-Football Potros UNLA en el área de Deportes de la Universidad, mismo que está a cargo de la head coach Obdulia Barrera Alcaraz, a quien agradezco la oportunidad. Y, como diría Vince Lombardi: "Lograríamos más cosas si no pensáramos que son imposibles". Es justo con dedicación y fuerza de voluntad como podemos llegar más lejos. Conseguir un trabajo en equipo garantiza aún más la consecución de expectativas. Se trata de vivir un proyecto, no solo personal sino comunitario.
Puedo verme hace unos años y estoy seguro de que no hay crecimiento sin sacrificios y esfuerzos. No podemos esperar con las manos abiertas los resultados sin haber sudado en el camino. Puedo ver a los jugadores y enlistar, uno a uno, su gran avance, no solo deportivo, sino humano. Esos jugadores han aprendido el valor inmenso de crecer con los demás, no a costa de los demás. Ellos, día con día, me enseñan a crecer como coach de la UNLA siempre de la mejor manera. Hemos aprendido que el deporte no es solo un pasatiempo; es un estilo de vida que te enseña valores tan importantes que pueden verse reflejados en la vida diaria. Se han esforzado para gritar y festejar en sus triunfos. Si me preguntan si ha sido satisfactorio este camino al lado de este equipo, la respuesta es: "¡CLARO QUE SÍ!".
Soy coach. No solo les hago mención de trotar alrededor de la cancha; soy aquel guía que está viendo crecer a jóvenes que tienen un plan más que solo jugar Flag-Football. Pero si en el camino pueden aprender más que solo lanzar un balón, sabré que he hecho mi trabajo. Aquí, en Flag-Football de la UNLA, vivimos los valores del deporte, no solo para ganar en la cancha, sino para que cada uno de ellos, en su carrera, calificaciones y resultados académicos, demuestre que los deportistas no somos puro cuerpo, y que logren alcanzar sus expectativas e impulsar sus sueños. Ya pasaron dos años desde que se me dio la oportunidad de aprender de estos chicos, y hoy por hoy puedo decir que ha sido una gran aventura. La mejor parte es que este sueño apenas va iniciando.
Antes de despedirme, quiero agradecer enormemente a:
Pero, sobre todo, a cada uno de los jugadores, por haberme dado su confianza y brindado esta oportunidad única. Todos, en conjunto con la UNLA, han hecho que mi vida haya dado un giro de 360°.
¡Venga, Potros!